EL PADRE ABEL CRUZ
Esta historia se inicia a principios de los ochentas, cuando en el Gualupita, un municipio del Estado de México, llego un sacerdote llamado Abel Cruz, un padre que quien lo conoció, decían de él que era un hombre a parte de sacerdote, era un hombre muy bragado, ya que aunque no lo crean era un sacerdote que cargaba pistola.
En Gualupita, la iglesia que había permaneció por mucho tiempo cerrada, ya que cuando llegaba un sacerdote para ocuparla, no duraban, ya que decían que el diablo los corría, y por tal razón preferían irse, pero también se decía que los padres que antecedieron al padre AbeL habían sido corruptos, y que por tal razón el mismo diablo no los quería dentro de la iglesia. Por tal motivo la iglesia permaneció cerrada por mucho tiempo, y por lógica abandonada.
Cuando el padre Abel Cruz, llego a Gualupita, y le contaron lo que los anteriores sacerdotes habían hecho y por esa razón la iglesia permanecía cerrada, ya que el diablo no permitió que ningún cura llegara a ocuparla ya que el mismo se encargaba de espantarlo y amenazarlos, y por miedo mejor se iban del lugar.
Pero como dijimos anteriormente, el padre Abel era muy intrépido, y el mismo decía que él no le tenía miedo a nadie, “y soy tan hombre como los demás, y les digo que así como soy bueno con los puños soy buenos con las balas”.
Así que la gente del pueblo lo acompaño hasta la iglesia, para que esta fuera abierta, tanto el padre como la gente decían que la iglesia iba a estar sucia y que tenían que hacer mucha limpieza, para poder el dar misa. Las mujeres se prestaron al instante para ayudarlo, ya que ya querían tener la dicha de oír misa.
Pero cuál fue la sorpresa, que cuando llegaron y abrieron el santo recinto, lo encontraron muy limpio, y sorpresa más grande recibió el padre Abel, cuando todavía alcanzo ver a San Bartolo con una escoba barriendo el lugar.
Para el padre fue un milagro y para la gente que pensó que iban encontrar en ruinas la iglesia quedaron sorprendidos y maravillados. El padre se puso de rodillas dando gracias a Dios, por el milagro y agradeciendo que era bien recibido por él.
Con el paso de los días y cuando el padre Abel daba misa, les informaba que el demonio no estaba convencido de que se quedara en la iglesia, pero el siempre decía a la gente, que el demonio le hacia los “mandados”, y que el sabia que Dios estaba con él, y por tal razón no le tenía miedo y no pensaba en abandonar al pueblo que lo necesitaba, y decía que no haber ido a ese lugar como sus antecesores, a robar, ya que el contaba con su dinero propio, su ganado y sus tierras, el decía que el diablo lo visitaba y lo amenazaba, pero que no tenía ninguna intención para irse. El padre fue muy querido y respetado hasta su muerte.La gente que conoció al padre, hasta la fecha lo recuerda por su manera en que hablaba, y la verdad, muchos dicen, ni sacerdote parecía ya que era muy dicharachero, pero para desgracia del pueblo, los sacerdotes que llegaron después del padre Abel Cruz, implantaron sus nuevas costumbres y reglas, el dinero que se llega a recaudar en las misas, según dicen se lo queda el padre, y las fiestas que hasta la fecha se hacen en ese lugar, las cubre el pueblo o los mayordomos.