SU CUERPO, ESPERA SIN CADUCIDAD

Recinto sagrado en misas continúas, con oraciones adorando sus poros y pergaminos.Llanuras y peñascos corporales donde fluyen las aguas de dos ríos. 
Su cuerpo, imán de miradas, de versos alfombrados;Campo minado. Las pisadas debieron ser prudentes, más estás ansias locas de aprovechar su último tiempo dieron el paso equivocado haciendo estallar las minas causando en las alforjas las primeras despedidas. Su cuerpo, peligro para pasos inciertos, y los de él fueron eso y más, pasos tambaleantes y efímeros. Licor bendito en misas internas. Vino que refrescan labios, ojos, mejillas sonrosadas por el ímpetu pasional. Su cuerpo que va, que viene en constante vaivén coloquial por entre sus sueños, Sinfonía a dos manos que terminan acariciando otro cuerpo. 
Cuando pasa cual diosa del olimpo, impregna su aroma y viste y desviste la mirada de quien osa penetrar y escudriñar su piel para conocer los secretos que encierran sus palpitaciones de mujer enamorada. Su cuerpo, refugio de un corazón solitario. Quién diera su vida por tenerla para siempre. La respuesta se ahoga en el tiempo,  porque  pronunciarla seria la muerte misma en masoquismo inherente al pasado y al presente,  que ya no quiere recordar y tampoco aventurar porque la esperanza  terminará matándole como al caballero de la armadura de papel. Su cuerpo; Misa en constantes oraciones y brindis con vino sabor a nostalgia. 


ESPERA SIN CADUCIDAD   

 La recompensa a mi espera es su aroma de Tiramisú achocolatado       

Esperar que el tiempo de su traslado concluya. Esperar que llegue con su sonrisa de siempre. Contemplar cómo raudos pasan los vagones entre la gente. Esperar su búsqueda entre la gente que con enfado espera. Yo sin levantar la vista en espera de que la sorpresiva mano toque mi espalda,No sin antes respirar su aroma de Tiramisú achocolatado.Ni el toque de espalda, ni el aroma de Tiramisú achocolatado se perciben.  Entre tanta espera pasa el tiempo, y el regreso a casa es casi inevitable.  La gente molesta por la espera se empieza a retirar con su desgano a flor de piel y de miradas.  Yo… yo simplemente sigo en la espera porque la esperanza de verle no tiene hora de caducidad.

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