¨ Quien niegue a mi Padre y me niegue a mí, será negado en su juicio final.”                                                                                                 (Yeshua)

Aquel hombre en etapa terminal, recostado en la cama de un hospital, con tubos insertados en su nariz, y agujas en sus brazos, con los ojos cerrados, inconsciente para todos, pero consiente de él mismo, con su mujer e hijos a las afueras de su habitación rezando por su rápido deceso para que ya no sufriera, los médicos solo esperaban y explicaban que todo se había hecho.

Los minutos se pasaban lentos y rápidos, secos y húmedos, cuando un hombre vestido de blanco, de estatura media, tez blanca, cabello negro, se acercó con una sonrisa dando los buenos días, e ingresando al cuarto de aquel hombre que moribundo estaba.

Transcurriendo 3 minutos, cuando la puerta de la habitación de aquel hospital, abrió lentamente, ante los ojos de sorpresa de los familiares que estaba próximo a morir junto al hombre que entró, con energía.

El hombre extraño dijo:

¨ Aquí esta su padre, y espero cuiden mejor. ¨

Los doctores y la familia con los ojos, nublados y en silencio quedaron.

El hombre extraño volvió a decir:

¨ No hay enfermedad que dañe a un buen amigo. ¨

El hombre que antes enfermo estuvo, con una sonrisa y llanto en sus ojos abrazó a su familia.

El hombre extraño sonriendo, comenzó a retirarse, cuando, el hijo del señor enfermo dijo:

¨ Gracias señor, gracias que podemos hacer para agradecerle. ¨

El hombre extraño detuvo su partida y dijo:

¨ Hagan lo mismo que hizo tu padre hace tiempo. ¨

La hija del señor volvió a ver a su padre y le dijo:

¨ Que hiciste papá, que hiciste dinos. ¨

El señor sin saber aun contestó:

¨ No sé, la verdad no sé.¨

El hombre extraño dijo:

¨ Tú defendiste mi nombre sin conocerme, y me amaste sin conocerme, y me amaste sin condiciones, así que esto es poco lo que mereces, para mí. ¨  

¨ Quien me ame, será amado, tú ayudaste al necesitado y yo te ayudo a ti, tu familia te ama como tú me amas, así que yo te sano para ellos. ¨

Y aquel hombre extraño ante las miradas de todos, besó su mano y sopló a los cielos y partió.

Dichosos los que entiendan.

Uno de los médicos que habían presenciado y oído lo que  el hombre aquel que había hecho, los siguió diciéndole:

¨ Disculpe señor, puede explicarme que puso adentro, que le hizo para que sanara. ¨

El hombre extraño dijo:

¨ La fe, lo hizo todo. ¨

El médico dijo:

¨ Pero dígame bien, ya que la ciencia no falla, y ya estaba terminando su tiempo. ¨

El hombre aquel sin detener su paso dijo:

¨ El tiempo lo define mi Padre, y la fe no es ciencia, así que mejor búscala y entiéndela.¨

Dichosos los que entiendan.

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