EL SEÑOR DE LAS MARAVILLAS
Esta leyenda es una de tantas que se cuentan del Señor de las Maravillas, esta imagen que se encuentra en la ciudad de Puebla, Pue., en el Templo de Santa Mónica y es muy visitado todos los años por miles de fieles nacionales y extranjeros, por lo milagros que esta imagen hace. Su fiesta se celebre el 1º. De julio y es la imagen religiosa más visitada en la ciudad de Puebla.
Antes se le conocía como el señor de las caídas y esta imagen fue hecha de un árbol, el cual fue derrumbado por un rayo. Su historia también es hermosa y milagrosa.
Se conto que un hombre que le gustaba tallar la madera lo pidió para poder trabajarlo y de ahí hizo la imagen de Jesús en una de sus caídas, pero también hizo dos soldados romanos, que se suponía lo estaban golpeando y esa imagen hecha la donó a la Iglesia de Santa Clara y por eso se le llamo el Señor de las Caídas, pero se dice que en las noches cuando la iglesia estaba cerrada, uno de los vigilantes decía que en las noches se oían ruidos y lamentos, y que cuando se asomaba no veía a nadie, pero todos los días se escuchaban esos lamentos y esos ruidos como si alguien estuviera golpeando un cuerpo.
Una noche, el guardia con mucho sigilo al empezar a oír esos ruidos y lamentos decidió asomarse y su sorpresa fue grande al ver a los guardias romanos estar golpeando la imagen de nuestro señor y los lamentos que se escuchaban eran de el por los latigazos que los soldados le propinaban.
Al otro día, el guardia fue ante el sacerdote y le conto lo que él vio y sobre todos los lastimosos lamentos de nuestro padre Jesús, incrédulo el padre decidió estar en la noche con el vigilante para ver si era cierto lo que aquel hombre le había dicho. Su sorpresa fue mayor al constatar lo que le habían contado y al otro día mando quitar a esos soldados romanos de la imagen, por tal razón la imagen de nuestro Señor se encuentra sola en una urna.
Otro milagro realizado por El señor de las Maravillas y por lo que se le llama así
En ese tiempo existió una mujer que iba todos los días a la iglesia, ya que tenía una pena muy grande, su único hijo había cambiado mucho y se juntaba con malas compañías, las cuales lo hacían hacer cosas que eran malas, y la pobre mujer desesperada acudía a la iglesia a pedir por él, ya que tenía miedo de que lo metieran a la cárcel por tanta fechoría que hacía en compañía de esos malos amigos que cada día lo inducían hacer cosas más feas.
Tal era su preocupación que la mujer se planto ante la imagen del señor y con lagrimas en sus ojos le dijo al Señor. __Padre mío y Dios, mío, te prometo ir todos los días a la cárcel de San Juan de Dios y darle de comer a un preso, pero por favor te suplico, has que mi hijo cambie su manera de actuar, me da miedo que un día lo tomen preso y yo me moriré de pena, por favor Padre mío, te suplico escucha mi suplica.
La mujer al otro día en que hizo su promesa, llegaba con una canasta con alimentos a la cárcel y daba de comer a un preso, lo hacía con ilusión porque sabía que Dios la escucharía y su hijo cambiaria su manera de actuar y de vivir tan llena de peligros.
Pero como siempre ha existido gente con malicia y malos sentimientos, a la pobre mujer sus vecinos que la veían salir todos los días con una canasta con alimentos, y la veían ir y entrar a la cárcel, las malas lenguas empezaron a decir que la mujer engañaba a su marido y que tenía un amante en la cárcel y que por eso le llevaba comida todos los días.
Con tanto murmullo, llego el momento en que su esposo se entero de lo que se decía de su esposa y decidió seguirla para comprobar que efectivamente lo engañaba. Así que un día sin que la mujer se diera cuenta su esposo salió igual que ella, cuando se dirigía a la cárcel con su canasta llena de alimentos, la mujer iba tranquila y rezando pidiendo por su hijo y estando en las puertas de la iglesia su esposo le salió enfrente y le dice.
–¿Que llevas en esa canasta y que haces aquí, a quien vienes a ver, dime la verdad y evita un escándalo mayor?—
La mujer que no le había dicho nada y por el temor que su esposo le inspiraba, lo único que pudo decir, fue ¡le traigo maravillas a mi señor que está en la iglesia! (en ese entonces así se le llamaba a unas flores moradas), el hombre enojado y molesto por lo que se decía de su esposa, quito con fiereza el mantel que cubría la canasta y lo milagroso e increíble fue que efectivamente la canasta estaba llena de flores. La mujer callo hincada ante la imagen del señor y le dio las gracias diciendo.
Padre mío y Dios mío, gracias por esta maravilla que me has dado, sé que me has escuchado y mi hijo cambiara y se volverá un buen hombre.
La mujer conto a su esposo el milagro que nuestro señor le había hecho y lo mismo se lo conto al sacerdote, quien juntos llevaras las maravillas ante la imagen, se cuenta que desde entonces se le llama EL SEÑOR DE LAS MARAVILLAS.Su imagen está llena de milagros que sus fieles ponen como muestra de agradecimiento y sus fieles llegan a verlo y ponerle veladoras todos los días.