ENFERMO DE LETRAS VIOLADORAS

 (Escritores trasnochadores, violadores de hojas blancas… ¡Venid a mí!)    


Padezco de esa enfermedad que tiene sudores de sangre, porque la hoja blanca me golpea con sadismo de mujer humillada, y me reclama ser vestida…  y yo, en este desvarío de ideas no poseo las palabras mágicas que vistan su cenicienta palma.

Con tantos nombres en mi bagaje, y ninguno brota en estos momentos cruciales que hagan el servicio de vestir con atuendos maravillosos la presente hoja blanca.

Hoja muda sedienta de una violación gramatical y un empalme de vocablos grotescos o sensibles palabras amorosas.

El andar desnuda le provoca ofensas e ira, se siente vejada por las neófitas musas que solamente buscan lucro y ego malsano. Pretende que mi pluma sea capaz de dibujar sonrisas, que vistan de alegría cuerpos desfallecidos en medio de pesares útiles, y por ello su ira.

Tengo esa enfermedad que tiene cansancios nocturnos, dan vueltas los espectros y cobijan mis insomnios dándoles un calor descomunal.

 Sigue avanzando mi enfermedad hasta ocasionarme esos síntomas de esquizofrenia demencial, de una locura que merodea noches pasionales en callejones y jardines, buscando besos extraviados o simples caricias mal correspondidas y aceptadas por la fuerza del deseo repentino. En mis ratos lúcidos me devoran angustias llegando al llanto del poeta frustrado con tendencias suicidas sabiendo de este cáncer literario, de la enfermedad que avanza. Duermo y despierto con la inercia. Vago entre sombras con la inercia. Voy muriendo lentamente con la inercia frente a la hoja blanca en busca letras violadoras.


Por: Cayetano Vázquez del Mercado Arias Seudónimo: S. David


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