Madre, divinidad, amor sin condiciones, perdón pido por provocar tus lagrimas, pero también perdón pido por no ser digno, de ser tu hijo.

Estas palabras deberían de estar siempre presentes, siempre junto a nosotros, siempre en nuestras bocas al ver a nuestras madres.

¿Tu sabéis lo que es ofender o lastimar a una madre?, ojalá y no, ya que aquellos que lo hacen, castigados serán de la misma forma y con creces.

Hablamos sin pensar, pero sobre todo hablamos sin esperar las consecuencias, que nuestras palabras ocasionan en nuestras madres.

Todos llegan a sentir alguna vez, que no hay entendimiento de parte de ellas hacia uno, pero equivocados están.

Algunos gozan y disfrutan la fortuna de tenerla y disfrutarla, mas sin en cambio, otros teniéndola, la ofenden y la maldicen.

Pobre de los ofensores, ya que se arrastrarán, pidiendo perdón, por sus acciones y palabras, cuando ya no esté junto a ellos.

Algunos no la tienen, es mas algunos, ya la perdieron o no la conocieron, pero en sus memorias deben de existir por siempre.

Rencor y odio hacia tu madre, jamás debe de haber, ya que si una madre falla, tu única misión es de perdonar, tu odio y tu rencor, deja que mi Padre lo juzgue.

El Ángel Supremo, idolatró en vida a su madre terrenal, la veneró y respetó al punto de ofrecer su vida con alegría por ella, y por todos ustedes.

Él entendía el dolor desgarrante que sufre una madre al dar a luz a un nuevo ser, pero sobre todo comprendió y respetó ese lazo de fuerza interminable.

Cristo, ayudó y en pieza base de su madre se convirtió, alegría otorgó, así como entendimiento, otorgó, logró y pidió.

Vivió lo mejor de su vida junto y lejos de ella, para así disfrutar el verdadero amor, así como entender su amor de lejos, cuando Él ya no estuviera junto a ella.

Tan puro amor derramó ante ella, que Cristo sonrió y cumplió todo por su padre y su madre terrenal.

Cualquier petición de su madre, concedida fue, por muy pequeña e imposible que fuera lo cumplía por amor a su madre.

Si María pedía silencio, aun siendo el Hijo de Dios, Él callaba.

Si María pedía privacidad, aun siendo el Ángel Supremo, retiraba.

Si María pedía maravillas para otros, aun siendo el Salvador Eterno, concedía.

Recuerdas las bodas de Caná, pues bien, si complació a su madre en convertir el agua de aquellos jarrones en vino dulce y fresco para los invitados de aquella fiesta, crees que haya habido algo, que no concediera en petición de su madre.

No arrepientas después, de una ofensa o un rencor banal, no arrepientas de tus palabras a tu madre, no arrepientas, ni quejes al no tenerla.

Ámala, disfrútala, y siempre ve por la vida, agradecido por ser ella, quien te permitió vivir.

Que mejor regalo querías.

Cristo, amó y adoró en vida a María, su madre terrenal, y también ama y adora ahora en sus reinos celestiales.

Ingrato ofensor, de tu madre o cualquier otra, temeroso vivirás, así como con desconfianza en ti, por tu atrevimiento.

Tu goce, será pasajero.

Arrepiéntete a tiempo, antes de que tus lágrimas se conviertan en sal, y tus palabras en fuego.

Mas si oportunidad se te ha otorgado a ti por tu ofensa, y perdonado has sido por mi Padre, y vuelves a fallar, no presentes confiado en tus palabras, mejor confía en el destino que tú solo has marcado.

Dichosos los que entiendan.

Si Cristo, que es el Rey de Reyes, ama a su madre, como nadie mas, por que tú, que aun la tienes, no la comprendes.

El trabajo de un hijo hacia una madre, es solo, el de no provocar angustia y llanto.

Difícil misión no es.

Aquel que con un golpe toque a su madre, o con sus palabras, llanto provocó, teman.

Por que mis hermanos, han empezado a marcarlos, algunos serán sacudidos, otros ofendidos, y aunque a otros, solo marcas les dejen, marcados ante los ojos de todos nosotros, serán.

Y aunque niegues y escondas, descubierto serás por nosotros, así como desenmascarado ante mi Padre y su Hijo.

Aun es tiempo, aun esta a tiempo.Dichosos los que entiendan.

Autor

DÉJANOS TUS COMENTARIOS Y CRITICAS AQUÍ...