Escrito XVIII
El amor era hacia ti, te cerró los ojos a la realidad, exigiste algo que no tiene solución…
El frutero.
Un hombre, el cual se dedicaba al cultivo de frutas y de verduras, cada día que pasaba, descubría que su cultivo, no solo era comido por él y su familia, si no que también era comido y disfrutado, por todo aquel que los veía.
Su verdura, era limpia y sabrosa, pero sus frutas, no solo eran las mejores, si no que también eran brillosos, deliciosas y enormes.
Notaba, que todo aquel que las miraba, maravillado quedaba, y deseaban tenerlas o comérselas al instante.
Aquel hombre, pensaba e imaginaba, que si su fruta era atrayente ante todo aquel que las viera, entonces debería de ser plasmada por la eternidad.
Una tarde se quedó sentado, desde la mañana hasta que dio la noche, solo miraba sus cultivos, pensaba en que fruta, era la ideal para pintarla, o mejor aun para adornar su casa.
Al acostarse en su cama junto a su esposa, decidió que la manzana, la naranja, el plátano, el melón, la sandía, los duraznos y el mango, serían las frutas, que deberían de adornar su casa, así como las que deberían de ser pintadas.
A la mañana siguiente, decidió hacer un frutero de madera, con adornos de acero y flores.
Al otro día, se dedicó a recorrer todos sus fruteros, para así poder escoger a las frutas más grandes y brillosas, las cuales adornarían aquel frutero.
Ya teniendo en aquel canasto, la fruta seleccionada, lleno de alegría, corrió hacia su casa para hacer lo que había estado imaginando, y pensando.
Ya en su casa, encerrado en aquel cuarto, donde estaba su mesa principal, colocó el frutero hecho con madera y acero, y lo adornó con rosas y jazmines
Cada fruta que ponía en el frutero, sonreía e imaginaba su obra de arte, cada fruta fue puesta en una posición especifica.
Ya teniendo aquel frutero en su mesa, el cual lo adornaba maravillosamente, corrió a sus aposentos, a buscar debajo de su cama un lienzo y pintura natural, para así poder empezar a pintar su creación.
Ya con el lienzo acomodado sobre 4 tablas, decidió empezar a plasmar su frutero.
El primer día, pintó el entorno, así como trazó las siluetas de la fruta.
El segundo día, le dio forma a los trazos y colocó el relleno.
El tercer día, comenzó a pintar el frutero, dándole un acabado único.
El cuarto día, decidió pintar la mesa, y pensó en dejar para el otro día, los colores de aquella pintura
El quinto día, su asombro fue de cólera, al descubrir que la fruta maravillosa que tenía en su frutero, se había agusanado, así como su asombro creció, al ver que las flores secas y sin esencia se encontraban, su enojo fue tal, que no encontraba explicación alguna, ya que un día antes, todo estaba de la misma forma como lo había encontrado y puesto.
Solo preguntaba y preguntaba y no encontraba respuesta.
Así que decidió salir a tomar aire fresco, lamentando lo sucedido, ya que solo estaba a un día, para terminar su obra de arte.
Al regresar a aquella habitación, más sorpresa ocasionó, el ser testigo, de cómo los gusanos empezaban a comerse la madera su frutero.
Lleno de impotencia, aquel hombre se dejó caer con llanto en los ojos sobre el piso, y pedía una explicación.
A los pocos instantes de esto, de la nada se escucho una voz, la cual le dijo.
“tu creación, así como tu placer, te impidió ver las necesidades de aquellas frutas y aquellas flores”
El hombre con miedo y asombro a lo que había escuchado contestó:
“pero por que no aguantaron un día mas, por que me hicieron esto, si yo las escogí con amor, y lo estaba haciendo con ternura.”
Y la voz aquella dijo:
“el amor era hacia ti, te cerró los ojos a la realidad, exigiste algo que no tiene solución, ya que así, como tú comes y bebes, esas frutas y esas flores igual.
Mas no todo esta perdido, recoge todo aquello que este echado a perder, así como lo que apeste, y tíralo.
Ese frutero hermoso que tienes, solo lávalo y colócalo de nueva cuenta donde estaba, cortarás fruta y flores de nueva cuenta, y terminarás lo que iniciaste.
Pero no se te olvide para que sirve cada cosa, así como no se te olvide, que lo más bello puede cambiar, y nunca quejes de algo, lo cual solo iniciando de nuevo puede encontrar su final deseado.”
Al terminar estas palabras, aquel hombre se levantó, e hizo lo indicado, y logró así terminar su obra.
Así como logró entender, que su fruta, aunque no la comiera él, su fruta, tiene un ciclo.
Entendió, que su ira y dolor, cerraron su visión común, y que calma tenía que encontrar.
Desde aquel día, aquel frutero, recordado es por todos, y aunque pocos la ven, su esencia, aun sigue ahí.
Antes de hacer y pedir, piensa en lo que necesitas para realizar.
El frutero es enseñanza, unas veces, eres el pintor, otras veces, puedes ser la fruta, otras serás flor, en otros gusanos y en otro frutero, pero solo si tú quisieras, podrías ser aquella voz que ayudó.Dichosos los que entiendan.