Escrito XXXI
Cristo tomó entre sus brazos a aquella mujer llamada Magdala y la ayudó a levantar para después decirle:
“así como te he ayudado a levantarte de la tierra, quiero que tu levantes tu vida, hacia mi Padre.
Protector de la belleza.
Aquella mañana en que los doce y el maestro caminaban, ante la mirada de la gente que los veía como locos en la ciudad, Cristo con asombro y coraje detuvo sus pisadas, debido a los gritos de desesperación de una mujer, la cual agredida con piedras, palos, y arena, era.
Iesus preguntó a sus discípulos, el por que había tanta crueldad hacia una mujer indefensa, y Pedro a su derecha le contestó, que era un intento de linchamiento debido a que esa mujer, adultera e infiel era, y que por denario otorgaba placer a quien fuera.
Tomás y Judas agregaron al comentario de Pedro, que la mujer que estaban agrediendo se llamaba Magdala, la famosa mujer de varones de aquella comunidad, la cual había jugado con el denario y sentimientos de varios hombres, así como burlado de diversas mujeres.
Cristo, acercó a la turba enardecida de hombres y mujeres, y con tristeza en sus ojos, observaba al inicio solo con sus ojos de bondad, toda la crueldad y abuso de muchos contra una, así como con sus oídos, escuchaba toda clase de ofensas e injurias que salían de las bocas de aquellos enardecidos agresores.
Sus discípulos se dispersaron entre la gente, esperando una agresión en contra ellos, y así, creían que podrían repelerla.
Andrés el protector, con miedo en sus palabras acercó a su Maestro y le dijo.
“Maestro, el castigo ella misma se lo ha provocado por sus acciones, evita que te lastimen a ti, por ella.”
Y Cristo sin dirigirle una mirada contestó:
“nadie con piedras, palos y tierra, lastimará al Hijo de Dios.”
Así después de esto, con pisadas firmes, Cristo acercó a aquella mujer, la cual se arrastraba en el piso del dolor de los golpes ocasionados e intentando huir con gritos, mujer la cual con los ojos llorosos y con sangre que le brotaba de su cabeza, labios y nariz, se encontraba tendida arrastrándose como gusano acercándose a un pozo, y con temor a resignarse a morir a mano de aquella turba enardecida.
Cristo al acercarse y encontrarse frente a ella, se inclinó y cubrió con su cuerpo, para así evitar que la siguieran lastimando con aquellas piedras llenas de odio y aquellos palos llenos de rencor.
Andrés al ver lo que Cristo hacía comenzó a gritarle a la turba,
“detengan sus piedras, calmen su coraje y su odio, un inocente con ella está.”
La turba enardecida, con odio en sus miradas y palabras, detuvo su agresión y comenzaron a gritar.
“si esta con ella, entonces pecador es.”
“no hay inocente puro, con mujer de varones al lado.”
“pecadora, con piedras y palos morirás.”
“si no se quita el judío de ahí, morirá con ella también.”
“matemos a los dos por puercos.”
“mujerzuela, en tierra te convertirás.”
“Dios mandó a eliminar el pecado del bien.”
Cristo al oír toda clase de ofensas, levantó del piso como un guerrero retador y con una mirada infinita y penetrante, puso las manos a la altura de sus ojos, y les gritó.
“callen pecadores, que sus palabras son tan solo la descripción de ustedes mismos.”
Magdala al escuchar esas palabras, segura se sintió, e hincándose a su lado, lo tomó de sus piernas con un abrazo tan fuerte como el acero, y se aferró a su protector.
Y Cristo continúo hablando.
“que ha hecho esta mujer para ser acreedora de dicho castigo.”
Y un hombre de la turba alzó la voz a Cristo y le contestó.
“es una puerca de varones, y nos ha robado denario.”
Cristo volteo su mirada a ese hombre y dijo.
“mas puerco es aquel, que iba a verla y pagaba su denario por placer.”
Una mujer furiosa le refutó a Iesus.
“y tu que sabes judío loco, si tanto la quieres, morirás con ella.”
Y Cristo con enojo le contestó a la mujer.
“tanto la quiero, que gustoso moriría con ella, pero aquel que desee su muerte, sepultará su perdón.”
Todos los presentes de la turba callaron al oír esas palabras, y con miradas de miedo y agresión seguían oyendo, mientras los discípulos testigos eran de cómo su amigo y maestro, ponía su vida en riesgo por una mujer que acababa de conocer, y que tendida a sus pies se encontraba sangrando.
Y Cristo siguió diciendo.
“para ustedes pecadora es aquella que vive diferente a ustedes.”
“pero mas pecadores son aquellos que con sus manos, piedras y palos justician quieren hacer.”
“hipócritas los presentes que llaman puerca a una mujer a la cual pagan por su placer personal.”
“y mas puercas son aquellas mujeres, que desean manchar de sangre su alma, con el cuerpo de una mujer, la cual pudieron haber sido ellas.”
Y hombre enardecido por los gritos de Cristo, le dijo:
“Dios pidió quitar el pecado y la lujuria, y esa mujer es pecadora hasta en los días sagrados del Sabath.”
Y Cristo con mirada de águila, dirigió sus palabras a aquel varón diciéndole.
“más pecador eres tú, que abusas de la pureza de tus propios hijos, y aun con vida te encuentras.”
Y otra mujer interrumpió diciendo.
“Entonces que hacemos con ella judío loco, si tanto sabes de Dios, dinos como castigar a esta mujer tan puerca.”
Y Cristo de nueva cuenta pero con más enojo que antes, y voz más agresiva les gritó a todos y a la mujer:
“nadie sabe nada de mi Padre, mujer frígida y solitaria, mas te digo a ti, que, si tu coraje es tanto como tus palabras, acércate tu sola, y con tus manos, quítale lo que a ti se te quitará en poco tiempo.”
“es mas loco aquel, que sin saber nada, habla de su propia ignorancia.”
“y si es verdad, el pecador debe de ser castigado, así que aquel que limpia su alma considere y libre de errores y pecados se encuentre, que arroje la primera piedra de su propio perdón.”
Toda la turba que se encontraba con piedras, palos y tierra en sus manos, al oír esas palabras del judío caminante, con miedo se miraron entre si, y comenzaron a marchar lentamente de aquel lugar.
Quedándose tan solo los doce, Magdala, y el Ángel Supremo.
Cristo tomó entre sus brazos a aquella mujer llamada Magdala y la ayudó a levantar para después decirle:
“así como te he ayudado a levantarte de la tierra, quiero que tu levantes tu vida, hacia mi Padre.”
“tu muerte próxima cambio a vida de nueva cuenta, así que cambia de nuevo para ti.”
Los apóstoles con alegría y con temor a una represalia de nueva cuenta por parte de la turba, se acercaron a Cristo y le pidieron que se retiraran de aquel lugar que riesgoso era por lo sucedido.
Iesus les contestó a todos:
“No huiré de un lugar, que le pertenece a mi Padre.”
Andrés acercó a Magdala, y con sus ropas cubrió, así como con un trapo húmedo comenzó a limpiar las heridas ocasionadas por los golpes.
Iesus acerco Andrés y le comentó:
“Andrés, tu serás el protector de la belleza de la mujer, y testigo has sido de cómo una palabra puede mas que un odio en su contra.”
“no existe mujer impura y pecadora, a los ojos de mi Padre y ante los ojos del bondadoso.”
Así terminando esas palabras, Iesus pidió a Juan que se acercara y le dijo:
“Juan mi amigo y hermano menor, ve con Andrés, y lleva a esta mujer de cambio drástico ante mi madre, y díganle que la reciba en casa, tal y como me recibiría a mi”
Ya en el camino hacia la casa de María, Andrés y Juan le decían a Magdala:
“oye Magdala ojalá no falles al Maestro, ya que arriesgó su vida y la de nosotros por ti.”
Y Magdala con mirada tímida respondió:
“no fallaré a alguien que me regaló y ayudó a vivir, y sobre todo, que me otorgó la dicha del perdón, así como a ustedes se los otorgó.”
Andrés recordó al Maestro y le volvió a decir.
“perdón hermana, no somos nadie para hablar por algo que no hicimos, bienvenida seas y bendita seas por ser mujer.”
Después de la muerte y resurrección de Iesus, Andrés recorrió toda la parte occidental del mundo, y con fuerza en su corazón, habló y defendió a la mujer de igual forma que su Maestro había hecho con Magdala.
Ocasiones entró a burdeles, y con la palabra del Maestro en su boca, perdón pidió por la clase de vida que llevaban.
En otras más, acercó a la mujer incrédula y con amor hizo cambiar, recorrió el occidente como un niño que descubre algo nuevo.
Vivió un tiempo de la pesca y de la palabra divina.
Intentaron matarlo en aceite hirviendo, y como niño recién bañado salió de aquella olla sonriente.
Y a diferencia de lo que dicen algunos falsos oradores, el murió con amor a la belleza de la mujer.
En sus escritos, Andrés habla de las crueldades del hombre, pero de igual forma siempre habla de las maravillas de la palabra del Maestro, en los corazones de todos.
Cada discípulo es una historia, y no por decir que Andrés defendió a la mujer, significa que no haya defendido al hombre, simplemente, Andrés marcado fue por el Ángel Supremo después de aquel intento de linchamiento en contra de Magdala.
Amó y amó- murió y vivió.
Dichosos los que entiendan.
Donde enterrado fue, con su nombre y restos quisieron lucrar, y hoy en día, ni entre ortodoxos ni cristianos hay la suficiente fe hacia él.
Andrés protector de la belleza
Dichosos los que entiendan.
“el aceite en aquella olla hirviendo, fue tan solo como un refresco en mi alma, pero haber caminado al lado del Maestro, fue como caminar en el paraíso.”
“no existe nada que sea tan cruel como uno mismo, pero si existe algo, que puede cambiar al mundo entero.”
“si el hombre fuera igual que la mujer, entonces no sería necesaria tanta belleza.”
(Andrés)
La mujer es como un tesoro invaluable y el hombre como su cobijo protector es.Dichosos los que entiendan.
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