Si se sabe poco de los campos de concentración en Estados Unidos, menos aún se sabe del campo de concentración en México, pero existió uno en la Segunda Guerra Mundial ubicado en el Fuerte de San Carlos en Perote, Veracruz entre 1942 y 1945.

En diciembre de 1941 los Estados Unidos entró en la guerra contra las potencias del Eje. Asesores cercanos a Hitler le recomendaron aumentar la presencia de nazis en México para amenazar a los Estados Unidos a partir de dos frentes, pues el movimiento nazi en los Estados Unidos estaba tomando fuerza en especial en Brooklyn, Nueva York.

A principios de 1942 se temía que Hitler podría intentar infiltrar agentes a México para derrocar al presidente Manuel Ávila Camacho e insertar en su lugar un simpatizante del fascismo.

Ante estos rumores, el gobierno mexicano reaccionó con calma, pero aumentó su vigilancia contra los simpatizantes del Partido Nacional Socialista en México, que al parecer contaba 128 miembros en 1942.

México se unió a la Segunda Guerra Mundial, cuando los submarinos alemanes hundieron varios barcos cargueros de  petróleo mexicano que estaban en su camino a los Estados Unidos.

Aunque el gobierno mexicano aseguró enfáticamente que el “estado de guerra” era al régimen de las potencias del Eje, pero se apretó las medidas para controlar los ciudadanos de las naciones enemigas que estaban en México.

Una de estas medidas fue que una serie de ciudadanos alemanes, italianos y japoneses fueron llevados a un campo de concentración cerca de Perote, en el estado de Veracruz.

No se habla de un campo de concentración como los de Alemania, Japón o Rusia, es decir sin trabajos forzosos, sino simplemente un “concentrado” con el fin de prevenir los actos de sabotaje o ataques terroristas contra el gobierno.

Aún así hubo evidencia y reconocimiento posterior de agentes alemanes enviados a México para espiar principalmente a los Estados Unidos.

De acuerdo con el libro Los empresarios alemanes, el Tercer Reich y la oposición de derecha a Cárdenas, de los autores Brígida von Mentz, Verena Radkau, Daniela Spenser y Ricardo Pérez Monfort publicado en 1988 señala que unos 270 alemanes estaban recluidos en 1942 en el campo de concentración de Perote a la que se añadieron otros 200 hasta que la guerra terminó en 1945.

A pesar de su cautiverio se les permitió por parte del gobierno mexicano, a vivir de acuerdo a sus propias necesidades y organizar, por ejemplo, actuaciones de teatro, presentaciones musicales, partidos de fútbol.

Sin embargo también existió censura en la correspondencia, por lo que no permitieron que las cartas que enviaban las personas que fueron trasladadas a Perote informaran de las condiciones en que se encontraban viviendo, de acuerdo con la nota periodística de Raúl Olmos, “Viaje a la Muerte” publicada el 30 de diciembre de 2010, muestra un fragmento de una carta donde un marino de nombre Wolfgang Peters se queja en 1944 de que viven en un “chiquero”, que escribió 31 cartas en el lapso de tiempo que estuvo dentro del Fuerte de San Carlos y que veía solo paredes de 60 metros de alto, (hay que hacer notar la exageración pues los muros del Castillo de Perote no miden más de 12 metros de altura), y que no recibían atención médica adecuada.

Pero la Brigada de Mentz dijo más tarde: “más que un campo de prisioneros, correspondió a un centro de vacaciones”. Cuando terminó la guerra, casi todos fueron liberados, algunos marines alemanes incluso decidió quedarse en México.

Sólo unos pocos líderes realmente peligrosos del Partido Nacional Socialista fueron entregados a los Estados Unidos o fueron deportados a Europa.

Pese a la reclusión se confirmó posteriormente que varios espías alemanes fueron enviados a México y estuvieron trabajando desde aquí para enviar información a su país de origen, incluso algunos llegaron después de terminada la guerra bajo otro nombres, al igual que algunos judíos vinieron a refugiarse a México, en especial, a León, Guanajuato.

En  la imagen que acompaña la nota se muestra la celebración de navidad dentro del Castillo de Perote en diciembre de 1942.

En 1944 fueron canjeados varios de los prisioneros alemanes retenidos en Perote en proporción 12 a 1 por el diplomático mexicano Gilberto Bosques Saldívar con su familia y personal del Consulado de México en Francia, que lograron sacar a más de 30 mil personas perseguidas por el fascismo y el nazismo antes de la invasión a Francia, posteriormente apresado por los nazis y enviado a Alemania en un hotel prisión junto con otras delegaciones diplomáticas latinoamericanas , hasta su canje vía Lisboa para regresar a México.El Castillo de Perote desde 1946 hasta 2007 se convirtió en una prisión para delincuentes del estado de Veracruz y a partir de 2008 se comenzó la restauración para convertirse en museo.

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