El Presidente Nacional de Morena considera que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) debe tener facultades para revisar la información bancaria y fiscal de las personas, facultades para poder entrar a los domicilios y verificar el contenido del mismo para comprobar lo que se declaró ante el Sistema de Administración Tributaria (SAT), esto no es mas que convertir al INEGI en un soplón, para ello pretenden realizar el censo cada dos años en lugar de realizarlo cada diez.

En términos generales, pretenden convertir al INEGI en un soplón, un delator, un dedo acusador, pero no es solo eso, tiene muchas implicaciones que no señalan, el primero y más importante es la confianza en la gente, resulta una traición y de manera directa y deliberada señala entonces que toda la población miente, que todos son corruptos, incluyendo ellos mismos, pues también proporcionan información al Instituto y al SAT, el león cree que todos son de su condición.

Pero la falta de confianza no se queda ahí, para los que han trabajado durante años en el INEGI saben perfectamente que ir a los domicilios de todas las personas en todo el país representa un riesgo, pues exponen al personal a ver cara a cara a todo tipo de persona, implicaría acceder a una base de datos plenamente identificada, con lo que estarían en algún momento directamente cuestionando a cada uno de los integrantes de los cárteles, algo que ni la policía ni el ejército mismo se exponen.

Los participantes de los censos agrícolas reciben la instrucción desde la capacitación de reportar únicamente lo que les informa la población, tan fácil, un ejemplo, suponiendo que llega un encuestador a un rancho en la sierra de cualquier estado y ven un plantío de mariguana, de acuerdo con la propuesta, deberían entrar a ese domicilio, reportar que persona es, que registro federal de contribuyentes tiene, verificar que declaró ante el SAT, que tipo de plantío tiene, regresar a su centro o módulo de trabajo y además debería presentar una denuncia, sin que nadie, ni los delincuentes les haga nada, lo irónico, tal vez hasta los delincuentes los feliciten por ser tan celosos de su deber, es algo ingenuo pensar que ese mundo ideal, exista.

Lo que se nota es un gobierno cada vez más restrictivo de las garantías individuales de las personas, desconfiado, egoísta y paranoico, en donde además se sienten privilegiados, intocables y que ellos (los altos funcionarios) no entran en la categoría de ser los fiscalizados.

Si de verdad quieren cambiar las cosas deben empezar por ellos mismos, antes de promover herramientas de control de la población, de buscar generar empleos para una mejor distribución de la riqueza y no solo arrebatarla, para trata de quedársela ellos mismos.

Lo que se está apreciando con esta simple propuesta, no es una mejor distribución de la riqueza como supuestamente pretenden, sino un autoritarismo voraz, peligroso y que sólo es la punta del iceberg.

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