LOS MONJES DEL DIABLO

Esta historia se conoció a finales del siglo XVI; y fue muy comentada por los espantosos sucesos que dieron lugar en la Nueva España, y cada vez que la gente hablaba de ella o la recordaba, su cuerpo se estremecía de miedo.

Pues bien, la leyenda comienza así:

Sucedió que en ese entonces, 4 mozalbetes sin juicio, ya que eran chicos de buenas familias pero que no hacían nada, más bien su tiempo lo usaban para trasnochar y andador con mujeres no santas, pero eso sí despilfarraban dinero a manos llenas, tal era su desacato  que los  padres de esos mozalbetes libertinos, sobre todo de dos de ellos que venían de familias de condes, fueron los más molestos, ya que sus padres los habían corrido de sus casas por desobligados , y les habían dicho que quedarían desheredados, por tal razón estaban muy molestos, así que decidieron vengarse de sus respectivas familias.

Uno de ellos, el que menos fortuna tenía, decidió obtener fortuna  sin esfuerzo, ya que robarían     las casas de los más ricos, y les dijo a sus amigos  que se vestirían de monjes y así penetrarían a las casas que habían decidido robar.

En eso estaban cuando de pronto se escucho una risa espeluznante y apareció un quinto monje, vistiendo de negro, y con una gran capucha, la cual no le permitía que le vieran el rostro, y les dijo con voz ronca.

__Lo que ustedes planean está bien, pero yo los llenare de inmensas riquezas, los llenare de placer, siempre y cuando  hagan lo que yo les diga, sin objetar, no les pido sus almas porque ya son mías desde hace mucho tiempo, así que prometan extendiendo sus manos y jurad.—

Los cuatro mozalbetes, extendieron sus manos y dijeron.

__Con estas manos extendidas, juramos serviros y juramos matar a los malvados e impedir que se arrepientan de sus pecados y menos que reciban los sacramentos  santos, antes de morir, seduciremos doncellas, retaremos a duelo a los buenos y juramos pervertir a todas las almas para aumentar vuestra gloria.—


Después de decir eso, el quinto monje desapareció con fuertes carcajadas y un olor nauseabundo, así que a partir de ese horrible día, los jovenzuelos iniciaron su vida delictiva y malvada.

Pero  llego una noche en la que el quinto monje les dijo lo que tenían que hacer y los llevo a la casa, la cual iban a robar, pero el siniestro monje les dijo.

__Cuando  abran la puerta, mataran al que abra el portón y mataran a cuanto hombre o mujer se les presente, no debe quedar nadie vivo, entendido –.

Y así fue llegaron a una gran casa la cual era de uno de los jóvenes malvivientes, al que no le importo que fuera la casa de sus padres y menos le importo  acuchillar al pobre hombre que abrió la puerta, y menos aún  que sus amigos secuaces mataran a cuanto sirviente se les atravesara, ahí quedaron tendidos sin vida la cocinera, las recamareras en fin todos los pobres sirvientes que habían reconocido a su amo joven.   Al terminar de cometer tanta atrocidad, subieron a la alcoba principal y saquearon todo lo que quisieron, desde joyas, dinero y telas muy finas.

A la noche siguiente, volvieron aparecer, pero esta vez iban arrastrando a una conocida mujer  galante de mala reputación, la cual iba gritando por los golpes que iba recibiendo, pero al día siguiente  la encontraron muerta clavada en un gran portón.

Lo peor llego, cuando una de esas noches volvierón aparecer, llegando a la casa del otro joven desheredado por su padre y fue horrible, porque mataron a la esposa del conde, a los sirvientes y al pobre conde lo sacaron de su casa jaloneándolo y pegándole, con un garrote, el cual el pobre hombre murió de tanto garrotazo recibido.  Y así como ellos murieron hombres, mujeres, clérigos libertinos y al igual que los anteriores los mataban con gran saña.

Todo esto llego a oídos del virrey, quien llamo a un capitán reconocido por sus aciertos en su trabajo y le expusieron todos los asesinatos que se estaban cometiendo por cinco monjes, los cuales nadie les hacía nada, porque decían que eran almas en pena, pero diabólicas.

El capitán no creía en aparecidos y decidió enfrentarlos, así que cuando llegaron esos malditos monjes hacer otra de sus fechorías, llego el capitán con su guardia y los enfrentaron, atravesando a 4 de ellos con sus espadas, pero antes de morir uno de ellos, les dijo que le trajeran a un sacerdote para poder confesarse, ya que si no su alma se la llevaría el demonio, y así que les conto como habían hecho todos esos asesinatos  y atropellos, con la ayuda del diablo, cuando el padre que le habían llevado para que le diera los santos sacramentos y darle la absolución se escucho una horrible carcajada en el aire, y fue tan horrible esa carcajada, que el pobre clérigo por un momento quedo quieto y no le dio tiempo de decir los sagrados palabras al moribundo y dejo de existir, con una expresión de terror, como si antes de morir hubiera visto  algo terrible.

El audaz capitán después de haber oído y visto lo anterior, se quedo hablando con el clérigo, para preguntarle cómo podrían detener al diablo.

El clérigo le dijo al capitán,  _  tomad este frasco con agua bendita y una oración escrita en un pergamino y también le dijo.- en cuanto os encontréis al maldito, rezad la oración escrita y rociadlo con el agua bendita de San Ignacioi y enseguida arrojadle  este cordón del padre San Francisco, que lo aprisionará sin remedio.

El capitán salió rumbo al puente cercando por donde decían que ahí desaparecían los cinco monjes, y aguardo varios días con sus noches, hasta que lo vio aparecer para buscar más adeptos a él, fue cuando el capitán aprovecho para arrojarle el agua bendita y rezar la oración y le dijo.

__EN EL NOMBRE DE DIOS TODO PODEROSO, SUS ANGELES Y SUS SANTOS, DETENEOS Y LO aprisiono con el Cordón de San Francisco, el demonio quedo quieto y en esa forma lo condujo a la ciudad.

El capitán tenía la intención de llevar al demonio a la iglesia, con su amigo el clérigo, el cual iba a expulsar por siempre al maligno.

Pero un grupo de parroquianos exigió al capitán que se lo entregara a la Santa Inquisición, lo que el capitán les dijo.

__Dudo que el juicio de los hombres sirva en este caso, así que dejadme llevarlo con el clérigo que me ayudo a detenerlo.

Pero la gente ahí reunida, quería verle el rostro  al monje y le quitaron la capucha, y su asombro fue grande al ver que no tenía cabeza, la gente no podían creer lo que veían, pero aún así quisieron ver todo su cuerpo y decidieron quitarle el cordón.

El pobre capitán por más que suplicó que no lo hicieran, vio como le quitaban el cordón y el hábito del falso monje, cayó al suelo, sin antes escucharse una horrible carcajada que trono en todo el lugar y el capitán les dijo.

Por su necedad, lo habéis dejado escapar, y a partir de esa noche, volvieron aparecer los cinco monjes, pero ahora sí eran los espectros de los anteriores monjes ya muertos.

La guardia del capitán, no quiso acompañarlo nuevamente a detener al demonio, porque sabían que eran puros muertos demoniacos por lo que lo dejaron solo, pero una de las victimas que logro salir con vida de esos falsos monjes asesinos,  decidieron prenderlos con el agua bendita, la oración  de San Ignacio y el codón de San Francisco.

Y así lo hicieron cuando aparecieron los 5 monjes, llevando a una de sus víctimas, hicieron lo antes dicho, los rociaron de agua bendita, mientras el capitán rezaba la oración  y la mujer  los amarraba con el cordón de San Francisco.

Y así quedaron aprisionadas esas almas corruptas y espantables y ahí mismo prendieron una fogata con troncos traídos  de diferentes conventos y sagrados recintos.

Solo el capitán y la mujer presenciaron aquel espeluznante espectáculo de los 5 demonios ardiendo, arrojando tenebrosos alaridos y horrible s blasfemias.

Cuando solo quedaron cenizas de los hábitos malditos, los dos recogieron con mucho cuidado esas cenizas malditas, el capitán después de hacer eso dijo:

__Este fue el fin definitivo de estos malditos monjes diabólicos.__

La mujer le dijo al capitán.

__Poned estas cenizas malditas en el agua bendita de San Ignacio, y solo así estaremos seguros de que no podrán resurgir para volver hacer el mal y llevadlo a un lugar santo.

Aquel frasco  con agua bendita  de San Ignacio y con  las cenizas de los monjes del diablo dentro, se conservo por muchos muchos años en la capilla de un convento.  Pero después desapareció misteriosamente, algunos afirmaban que una bruja se las había robado, para hacer sus diabólicos conjuros.

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