LAGRIMAS AJENAS Y LA HUIDA
LAGRIMAS AJENAS
(Preámbulo)
Voy derramando lágrimas ajenas, se van adueñando de mis horas nocturnas. Se alimentan de los pliegues del alma y hacen nidos acuosos en mi corazón.
(I)
Derramo lágrimas por el niño que pide limosna en la calle porque sus “padres” aún tienen las esperanzas puestas en él.
(I bis)
“Un esperma perdido encontró un óvulo obligado y brotó un niño de la calle”
(II)
Derramo lágrimas por el conductor de la ambulancia que tiene más coraje por llegar, que por el tiempo para derramar su llanto al ver al pequeño agonizante.
(II bis)
“El niño ahogado tapó el pozo con su cuerpecito”
(III)
Derramo lágrimas por el soldado que tiene que cumplir su misión a pesar de empuñar un arma en contra de sus hermanos
(III bis)
“Quiso disparar su arma al revés para el suicidio, pero le salió el tiro por la culata asesinando a su hermano”
(IV)
Derramo lágrimas por el golpeador y violador que no tiene el sentimiento ni el tiempo para reflexionar, y también derramo lágrimas por su víctima que calla ante el dolor. Levantan los dos la vista implorando, uno que detengan su cobardía transformada en ansiedad de hacerse notar, pero sin levantar la voz y la otra que calla, solamente calla pero tampoco levanta la voz por cobardía.
(IV bis)
“No fue tu exquisito cuerpo lo que hizo enamorarme de ti, sino la forma en que te defendiste de la violación
(Epílogo)
Derramo lágrimas ajenas que no brotan donde hubiesen de brotar.
Porque mueren en lagrimales ajenos, porque no quieren o no pueden llorar. Por eso lloro, lloro por ellos… porque aunque no lo crean yo soy feliz, tengo todo para ser feliz, pero me sobran muchas lágrimas. No las he gastado y antes de que se descompongan, de que se pudran, antes de que hiedan… las derramo por ustedes.
(Conclusión)
Quieres lágrimas por ti o para ti, te las regalo, solamente pídemelas
HUIDA
Huir de todo lo que te me recuerda,
de las calles solitarias que observaban nuestros beso y caricias,
de las noches en insomnio,
del silencio que se lleva los murmullos,
de todos los colores con que se pinta tu rostro…
de tu sonrisa que contagiaba mis humores…
huir de tu mirada de arcoíris en donde encontraba mi riqueza al final del camino.
Huir de tus ojos merodeando mis entrecejos.
Huir cobardemente de tus pasos,
de las líneas que dibujaban tu silueta.
De las letras que pronuncian tu exquisito nombre.
Huir adormilado de los sueños que presagian amaneceres dolorosos.
Huir hacia la muerte, ser comparsa de la nada.
No existir, que me confundan con las sombras
que aparecen en medio de otras sombras
hiriendo a cada instante mis añoranzas.
No tener nombre pronunciable en los recuerdos.
Ser bebida amarga entre los labios
que cuentan nuestra historia
y dejar que mi cobardía gane la partida.
Huir en muerte
Huir en vida.
Huir en la vergüenza y perderme en la vereda.
Y al final… Huir en triste huida.
Que se vaya desintegrando mi cuerpo y se vuelva cenizas al calor de tu sol y tu recuerdo.
Por: S. David