Escrito XX
“Padre, estamos todos reunidos ante ti, para ofrecerte esta última cena con amor.”
Aquella pintura, la cual adoran y veneran, en la que se encuentra sentado el Hijo de mi Padre, junto a sus elegidos, disfrutando de su ultima cena terrenal, diremos, que es verdad y mentira circunstancial.
La primera imagen realizada sobre este acontecimiento, fue hecha bajo el entendimiento de un lector de las escrituras de los apóstoles.
Es decir, solo plasmó lo que su entender creyó oportuno, sin darse cuenta, que su pintura seria un recuerdo de semblanza a medias.
Pero gracias a ese pintor de sabias palabras, el Hijo de mi Padre, se encuentra enfrente de tu mesa, así como de tu pensar.
Pero los detalles de aquella pintura, no muestran el adiós del Hijo de mi Padre, a sus seres queridos, y sus demás seguidores.
Aquella tarde, previa a la última cena, Jesús, acercó a sus discípulos y les comentó que esa noche, quería que fuera especial, pedía que esa noche, su madre, ellos, sus amigos y amigas estuvieran junto a Él, pedía compañía, pedía felicidad.
Después de comunicarle, esto a sus elegidos, acercó a su madre, y le pidió que ella y aquellas mujeres que lo seguían, prepararan un banquete digno de una ceremonia de unión.
Así que, de acuerdo a sus peticiones, todos empezaron sus labores, así como preparándose estuvieron, para aquella cena inolvidable.
Algunos apóstoles, se dedicaron a preparar el lugar, así como a traer mesas suficientes y vino, otros mas, salieron a invitar a quienes seguían a Jesús, para que lo acompañaran en aquel festín, brindado por el mismo Hijo de Dios, y otros se dedicaron a conseguir pan, frutas y carne.
Maria, junto con algunas mujeres, se dedicaron a preparar aquellas sopas y ensaladas, así como a guisar aquellos animales, los cuales serian parte de la última cena de su hijo Jesús.
Ya entrada la noche, todos, absolutamente todos, vestidos con sus mejores prendas, así como bañados en aromas de flores, listos se encontraban para disfrutar de aquella reunión final ante su maestro, ante su guía.
Todos se encontraban en el interior de aquella casa, la cual pertenecía a aquel leproso que sanó, y aunque era una fiesta de despedida, la alegría y la luz de amor, alumbraba el interior.
Maria, sonreía y agradecía a todos los presentes, por haber asistido a la fiesta de su hijo, pero sobre todo, agradecía el amor, que siempre le habían brindado a Jesús.
Las copas sonaban de alegría, la música era divina, y aunque todos estaban ya en aquella casa, el único que no llegaba, era Jesús.
Jesús, tardó en hacerse presente en aquella casa, debido a que temeroso rezaba a Dios, asimismo, le ofrecía con amor su última cena, y pedía la disfrutara con Él.
Después de su plática y rezos a su Padre, Jesús, se dirigió con alegría, a aquella fiesta la cual brindaban en su honor, pero la cual el mismo pidió, para ofrecérsela a su Padre.
Al llegar a aquel lugar, Jesús, miró la puerta, y agradeció a aquella casa, por recibirlo con paz y sobre todo por permitirle hablar frente a todos sus seres queridos.
Mientras Simón chocaba su copa de vino con Pablo, Jesús entró por aquella puerta sonriendo y gritando.
“felicidad hermanos, amor hijos míos.”
María volteó, y con lágrimas en los ojos, corrió a abrazar y besar a su hijo, ya que ella sabía el significado de aquellas palabras.
Judas grito:
“ya llego Jesús, ya llego nuestro maestro”
Cristo, al oír esto, se acercó a aquella mesa, que se encontraba en el centro de todas, y pidió que acercaran más lugares, ya que quería estar junto a su madre, la hermana de Lázaro y María de Magdala, ya que al igual que sus 12 elegidos, ellas eran sus principales elegidas.
A lo que rápidamente, Tomas, y Pablo acercaron más bancos a aquella mesa.
La cena comenzó, las copas sonaban, así como las palabras de uno, hacia otro se escuchaban, las sonrisas brotaban ante las burlas y chistes de todos, Jesús reía y reía, bromeaba con todos, y cada vez que podía, un beso a su madre en la mejilla le daba.
Después de que el Hijo de mi Padre, se percató de que todos ya habían terminado su cena, así como disfrutado de ella, levantó de la mesa, y tocando su copa pidió atención y silencio.
Cuando el silencio lleno aquella casa, Jesús dijo.
“hijos míos, amigos de pisadas, esta cena es para ustedes motivo de alegría, y así quiero que sea recordada, pero esta cena para mi, es el comienzo.”
Después de esto miró a su derecha donde estaba su madre sentada y le dijo.
“Madre, tú sabías que esto pasaría, y tu amor y paciencia fueron mis armas, gracias te doy, así como alegría en tu corazón. Gracias”
María mientras escuchaba esto, sus ojos se le llenaban de lágrimas, lágrimas de felicidad, pero también, lágrimas de dolor de saber que su hijo dentro de poco, ya no estaría con ella.
El silencio no se rompía, el silencio también escuchaba.
Los apóstoles no creían lo que oían, y las mujeres sorprendidas y sin entender, aun seguían.
Y Cristo volvió a romper aquel silencio.
“todos son testigos de esta cena, cena entregada para ustedes, así como serán testigos de la entrega de mi cuerpo, por su salvación y esperanza.”
“sonrían y alégrense con mi alegría.”
Al término de estas palabras, Jesús, tomó el pedazo más grande de pan que se encontraba en la mesa, y partiéndolo dijo.
“este pan, es mi cuerpo, y este vino es mi sangre, cuerpo y sangre, que será entregado por ustedes, así que siéntanse dichosos aquellos invitados a la cena del señor, ya que su esperanza será derramada por mi sangre, sangre que correrá en cada uno.”
Al terminar esta recordada oración, tomó una copa de vino, y cortando un pedazo de pan, lo remojo en la copa, y se lo dio a su madre a comer.
Los apóstoles al presenciar esto, acercaron a Jesús esperando un pedazo de aquel pan, y el les dijo.
“esperen hasta el final amigos míos, primero deben de recibir mi cuerpo los presentes y después ustedes, ya que deben de aprender a dar la esperanza.”
Los apóstoles al oír esto se hicieron para atrás, y empezaron a invitar a todos los invitados a que pasaran a tomar la esperanza de manos del Hijo de Dios.
Cada uno de los invitados, se acercó con amor, pero sobre todo con desconcierto en las palabras y actuar de su maestro de vida.
Cuando cada invitado de aquella cena, recibió su cuerpo y sangre mostradas en aquel trozo de pan bañado de vino, pidió a todos sus apóstoles, se acercaran a el, y les dijo.
“hijos míos, amigos, testigos de mi última cena han sido, y así debe de ser recordada, acérquense a mi, y reciban mi cuerpo y sangre.”
El primero en recibir aquella comunión, fue Judas, y Cristo con llanto en sus ojos, lo tomó de su cabeza, y con voz muy tenue, casi silenciosa, le dijo:
“Judas amigo mío, la hora ha llegado, no temas y cumple, ayúdame a realizar lo que mi Padre me ha pedido.”
“y si pedí esto a ti, es por que mostraremos a todos, que el mejor amigo puede entregar la nueva era, sonríe y siéntete dichoso por ser el primero en estar conmigo, así como ser parte esencial del nuevo inicio, del perdón.”
Judas al oír esto, se arrodilló ante Cristo, y besándole los pies, le dijo.
“Cristo, padre, amigo mió, no volveré a verte a los ojos, hasta que tu me recibas en tu reino, y me perdones por lo que tengo que hacer, tu palabra, será respetada.”
Cristo contestó.
“anda Judas, levanta y cumple como amigo”
“amigo mío, no llores de algo que muchos hubieran querido hacer, si yo se los pidiera”
Judas, levantó con lágrimas en sus ojos, y sin decir nada más, se retiró de aquella cena ante las miradas de asombro de sus hermanos apóstoles, y los presentes.
Después de este incidente, Cristo continuó sonriendo y entregando la comunión, uno por uno, hasta terminar con todos sus elegidos.
Juan, el más chico de todos, le preguntó a Cristo, el por qué se había marchado Judas, y le contestó:
“no preguntes por otro, estando yo aquí contigo.”
Y sonrió.
Los comentarios de todos no se hicieron esperar, unos hablaban de lo sucedido con Judas, y otros hablaban de las palabras de Jesús.
Cristo, pidió que se sentaran todos los presentes, María de Magdala, corrió a servir mas vino para Jesús, mientras la hermana de Lázaro, recorría mesa por mesa, ofreciendo más vino a los invitados, junto con otras mujeres.
En aquella mesa central, Jesús en medio de todos, a su derecha su madre y 5 apóstoles más, y a su izquierda los otros 6, el aroma era de felicidad y angustia, Cristo levantó y con los brazos extendidos, con la mirada hacia arriba dijo.
“Padre, estamos todos reunidos ante ti, para ofrecerte esta última cena con amor.”
Bajó su mirada hacia los presentes, así como hacia los sentados en su mesa, y les dijo.
“hermanos, amigos, hijos míos, sonrían y vivan, el perdón esta a punto de ser otorgado.”
“esta cena será recordada por todos aquellos que crean, e invitados de mi banquete serán.”
Volteó a ver a su madre y le dijo.
“gracias madre.”
Y le dio un beso de nueva cuenta en su mejilla, y sonrió.
Y la última cena continuó, llena de pláticas y sonrisas de parte de Cristo para todos, hasta que llegó a su fin tan recordado evento.
Esa pintura, esta puesta frente a tu mesa, aludiendo a lo que sucedió hace mucho tiempo, Cristo esta frente a ti, y tú eres parte de aquella ultima cena.
Gracias
Dichosos los que entiendan.