Luego de los serios enfrentamientos de los policías federales que se niegan a incorporarse a la Guardia Nacional y la Policía de la Ciudad de México (CDMX) en las inmediaciones del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, (AICM) donde resultaron heridos más de 30 agentes de ambos bandos, se lanzaron gases lacrimógenos y se mantuvieron bloqueados los accesos a la terminal 1 del aeropuerto por más de seis horas, la explicación que dio al respecto López Obrador, es que se trata de una provocación.

Una vez más se señala que hay alguien externo a su administración, culpable de todos los males que suceden al país, para no utilizar el pretexto que usaba en campaña, “es un complot”, ahora dice es una provocación, “alguien mece la cuna”, que no es una casualidad que las protestas ocurrieran con la llegada de Evo Morales.

Sin embargo, es de recordarle a nuestro presidente, que las protestas de los policías federales que se niegan a perder su trabajo en la policía federal y ser incorporados contra su voluntad a la Guardia Nacional, no es de hace unos días, ni se trata de un acto político, sino derivado de la incertidumbre que sufren los policías federales al cambiarles su estatus laboral, sus condiciones generales de empleo y hasta de sus domicilios.

No se debe a la llegada de Evo Morales, aunque sí pudo ser una motivación extra, ya que no fue bien visto por la sociedad mexicana el que nuestro gobierno recibiera con los brazos abiertos al que es considerado un dictador de un país sudamericano.

Nuevamente vimos en la exposición de López Obrador, la minimización del problema como tantas veces ha sucedido este año y adjudicando a otros las consecuencias de las decisiones tomadas por su administración.

¿Hasta cuándo se dejarán atrás los pretextos y culpas ajenas?

La modificación de leyes a modo, la división generada en las mismas fuerzas armadas y policíacas, en la de imponer a sus allegados en puestos claves que ejercen el contrapeso natural de sus decisiones, el acabar, ya no minimizar, la educación para que los ciudadanos de México se vuelvan cada vez más ignorantes y por ende más manipulables, no terminará por convencer a nadie, al contrario, tarde o temprano va a generar un México anarquista.

La población mexicana ha sido exageradamente noble, se les vendió bien la idea de la esperanza, pero cuando se dé cuenta de que los mismos siguen en el poder solo con cambio de playera, que las condiciones son las mismas o peor, cuando se den cuenta que el hambre no se ha mitigado, no importando el partido político que esté al frente, entonces no habrá fuerza política que lo detenga, no habrá figura ni remotamente creíble, se habrá agotado por fin eso que parece la infinita paciencia del mexicano y entonces…. El Caos Total.

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