Respirando profundamente así como peinando su pelo, Jesús parado en la cima de aquella montaña, mirando fijamente a sus alrededores, mirando todo lo que su vista podía percibir y más.

Sus doce elegidos detrás de él, solo miraban con cierto temor a Jesús, el cual parado en la orilla de aquella cima encontraba.

Riesgo inaudito no se puede negar y mucho menos no encontraban explicación alguna a su tranquilidad, estando al vilo del vació de aquella cima.

Respirando profundamente Yeshua, seguía como si acabara de despertar de un gran sueño.

Sus manos dejaron de peinar su pelo, para abrirle como un ave volando sus brazos, los abría cada vez más, los abría como si no tuvieran fin.

Parado en aquella cima, con sus doce elegidos detrás de él, los cuales al notar  y sentir  un riesgo mayor para su amigo, comenzaron a comentarse entre sí, que un accidente próximo podría pasar si Jesús no retiraba de aquella cima.

Santiago, con susto y temblor en sus palabras, fue el primero en hablarle a Jesús, para que se retirara de aquella cima, diciéndole.

“Amigo ven con nosotros, te puedes caer”

Yeshua, aún parado y sin decir nada, seguía con sus brazos abiertos al mundo, en aquella cima, sus ojos se abrían y cerraban pero aún no decía nada.

Lucas el segundo en hablar comentó

“Yeshua, Maestro, no arriesgues, ni nos espantes, ven con nosotros, puedes caer, retírate de la orilla.

Yeshua parado en la orilla de la cima, con los ojos abiertos y ahora con una sonrisa, sin decir palabra seguía.

Mateo habla al no ver reacción alguna.

“Maestro, puedes caer, ven aquí con nosotros, no arriesgues”

Jesús comenzó a mover sus brazos de arriba abajo como un ave, por breve momento para de nueva cuenta dejarlos abiertos, pero ahora su rostro mirando a los cielos, pero su boca aún seguía sin decir nada.

Judas con cierta molestia habló.

“Jesús, por que nos haces esto, deja de jugar y no arriesgues más”

Yeshua siguió sonriendo parado en aquella cima sin decir nada y con los brazos abiertos.

Pedro y Pablo mudos estaban, aunque sus miradas decían todo su sentir.

Marcos dijo:

“Te vas a caer, si sigues haciendo eso, seguro que vas a caer.”

Yeshua por fin movió de la orilla y sin decir nada, solo dio vuelta hacia ellos, paso de nueva cuenta en la orilla, abrió sus brazos y sonrió…

Juan con llanto y voz quebrada dijo:

“Maestro, que haces ven con nosotros.

Yeshua miro detenidamente a sus 12 elegidos, y con un movimiento rápido y sin repetición, salto de espaldas al vació, ante las miradas de asombro de sus 12, los cuales gritaban y lloraban, al ver lo que Yeshua  acababa de hacer.

Felipe y Judas con valor, al ver lo que Yeshua hizo, con cierto temor, acercaron lentamente a la orilla.

Tomas gritaba.

“Maestro, amigo, por que lo hiciste”

Todos aún seguían pasmados, cuando detrás de ellos se oyó.

“Hombres de poca fe.

Los 12 elegidos, reconocieron la voz de su Maestro, y asombrados sus rostros quedaron al descubrirlo con sus miradas detrás de ellos.

Yeshua habló.

“Así como me vieron, así me verán tres días antes de que resucite”

“Por que temían que cayera, y por que todos decían ven a mí y nadie siguió o fue hacia donde yo estaba.”

“Abrí los brazos frente a este mundo, para recibirlos totalmente en mí, para enseñarles mi vida, y al mismo tiempo, ver mi muerte terrenal.

“Jamás caeré y si lo hiciera, mi Padre me levantaría.”

“Ustedes asustaron, estando mis guardianes celestiales, los cuales me abrigaban con sus alas.”

“Jamás deben de temer por algo que yo haga, y solo muy pocos entenderán esta vivencia, la cual fuerte fue para ustedes, pero alegre y amorosa para mí”

“Mi cruz serán mi cuerpo, y así como mis ángeles me levantaran así levantaran mi cruz, para los cielos”

“En esta cima veo al mundo entero y si tuvieran fe, muchos me verían parado frente a ellos, sonriendo, como un padre amoroso que recibe a sus hijos con los brazos abiertos.”

Dichosos los que entiendan.

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