Desde que Andrés Manuel López Obrador estaba en campaña, la preocupación de muchos fue, de donde obtendría los recursos para cumplir las promesas que hacía, en donde se resolverían todo con una cantidad que parecía interminable de recursos par cumplir todos los compromisos en bonos de deuda.

Lo que parecía increíble que con el recorte presupuestal, su simple idea de austeridad gubernamental no sería suficiente, y lo estamos viendo, ahora, el nulo aumento en el Producto Interno Bruto ha llevado a comenzar con decisiones que se veían venir, es decir buscar la manera de aumentar la recaudación fiscal, y comenzó desde finales de 2019 una campaña de terrorismo, a través de acciones y comunicados en donde las amenazas a los contribuyentes han fomentado la paralización de la economía.

Si bien es cierto que en México nos falta mucho de la cultura de pagar correctamente los impuestos, existe mucha evasión, tal parece que las acciones que ha anunciado la Secretaría de Hacienda a través del SAT son para apretar más al contribuyente cautivo que a incorporar a los que pertenecen al comercio informal.

Lo cual significa que se manejará mayores operaciones en efectivo se evitaran los bancos y se cerraran cuentas por la fiscalización de las mismas.

Al no obtener suficientes recursos, se debe acudir a las viejas prácticas, es decir el endeudamiento público al poner en el mercado bonos de deuda a tasas de interés que resulten atractivas para los inversionistas extranjeros que se suma a la ya obtenida y las amortizaciones que se deben cubrir.

Aunque se habla de cuidar que no haya un endeudamiento superior al 47% del Producto Interno Bruto, este se vuelve relativo si no hay ingresos, si no hay producción y si no se fomenta y genera un crecimiento económico.

En resumen, caeremos a lo que se hacía en PEMEX que tanto se criticó que emitía los petrobonos pero no para hacer crecer la productividad o realizar inversiones para el crecimiento, sino sólo para pagar la nómina o los intereses de bonos atrasados, ya que en este momento tenemos la deuda interna y externa más alta de la historia.

En julio de 2019 este actual gobierno emitió bonos de deuda donde obtuvo 9881 millones de dólares para hacer frente a los compromisos de gobierno, una cantidad solo inferior a 2014 y 2016 del gobierno de Peña Nieto y muy superior por mucho a cualquiera de los años de Calderón.

Pero eso no es todo porque iniciamos el 2020 con una colocación de bonos por un monto de 2300 millones de dólares de los cuales primero se colocó un monto de 1,500 millones de dólares que provienen de la emisión de un nuevo bono a 10 años con vencimiento en abril del 2030. Con una tasa de rendimiento al vencimiento de 3.312% y pagará un cupón de 3.250%, y luego reaperturaron el bono de 2019 por una cantidad de 800 millones de dólares a una tasa de rendimiento al vencimiento de 4.041%.

Pudiendo aumentar la deuda externa este año por la falta de ingresos y los compromisos adquiridos, en donde se debe tomar en cuenta gastos que no tendrían que estar sucediendo como las indemnizaciones por el cierre del aeropuerto de Texcoco, los gastos de manutención del avión presidencial que se deben hacer se utilice o no por el presidente, o la creación del tren maya que supuestamente financiará el gobierno. Este endeudamiento es para cubrir las amortizaciones de deuda externa que existen para este año tanto en la deuda externa como interna, en un 100% y un 58% respectivamente.

Otro punto que no se puede dejar de mencionar es que así es que pueden echar andar la fábrica de billetes sin sustento como se hizo en los tiempos del viejo priismo, y una forma de hacerlo discretamente es con la creación de los nuevos billetes sin retirar los anteriores del mercado. Recuerden que han salido nuevos billetes de 500 y de 200 pesos.  Solo esperemos que durante o al final del periodo de gobierno no tengamos una devaluación, o que estos bonos de deuda no se puedan convertir en instrumentos de presión para nuestro gobierno, ya que actualmente las empresas calificadoras tienen los ojos puestos en nuestro país y están valorando cada movimiento con especial atención, y un endeudamiento por encima del 50% del PIB podría resultar desastroso para México.

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