Los cuarenta días de soledad mencionados, batalla de fe y reencuentro con lo divino tan solo fue, así como prueba de albedrío y fuerza.

Subiendo con pisadas seguras, ascendiendo al monte el cual la cima más alta sería su hogar durante cuarenta días, el Ángel Supremo, escoltado iba tan solo por Miguel y siete de sus legionarios.

Acompañado por guerreros de mi Padre los cuales solo debían asegurarse de su llegada a la cima, proteger cualquier agresión a su persona, así como guardar silencio absoluto ante el Ángel Supremo.

El Ángel Supremo solo llevaba una garrafa de agua, la cual debería de saciar su sed, en los cuarenta días más largos de su vida en su reino terrenal.

Vestido tan solo con una túnica de color blanco, así como un pedazo de tela roja mas gruesa, la cual cubriría del frió, prenda la cual colgaba desde su cuello hasta su cintura.

Sus sandalias, llenas de arena encontraban, pero sus pies limpios y con fuerza seguían.

Cristo tardó en llegar a aquella cima 3 días, los cuales el viento agitó su cabellera larga como un ave hace con sus alas.

Al tercer día, al lograr su primer objetivo el cual era llegar a la cima, Iesus sentó a descansar su cuerpo en el centro de una piedra, y hablando con el rostro hacia el sol. Dijo.

“he llegado, tres días han pasado, pero por fin he llegado.”

Por irónico e irreal que suene, Cristo se instaló y acondicionó parte de aquel lugar, para así protegerse un poco más contra el frío y contra el calor.

Siete días después de su llegada a la cima, el silencio era tan abrumador como el ruido más grave que existe.

El hambre se hacia presente, el calor de día era inmenso, y el frío de la noche, era como una daga que con fineza corta una hoja de un árbol.

Pero Cristo, fiel a su sentimiento y purificación de vida y alma, así como respeto de decisión, continuaba firme como el viento.

Transcurrían los segundos caminado de un lado a otro, observando las maravillas de las creaciones de Dios, anhelando y pensando en su madre, así como escuchándose el mismo, e ignorando las burlas y ofensas que sin lugar de procedencia se escuchaban.

Los diez días siguientes, el Ángel Supremo perdió peso, pero nunca se deshidrato, gracias a los tragos que hacia rara vez al agua, la cual calmaba su sed por mas de veinticuatro horas si el quería.

El silencio era roto de vez en cuando por el silbido de un ave, o por el chillido de un águila que pasaba seguido por ahí.

El viento soplaba, y con alegría Iesus comenzaba a cantar, así como a imaginar susurros de amor de su madre en los cielos.

En la noche del día 21, dispuesto a descansar sus ojos del cansancio de meditación de fuerza interna, frente a Él, aparecía su madre la cual se acercaba y le decía.

“hijo mío, mira cómo estás, vamos a casa, sígueme, no sufras mas.”

Cristo terminó de escuchar las palabras que su madre le decía, y con cierto asombro y miedo en su corazón, dijo:

“como llegaste a mí, madre, si no sabías mi destino.”

María al verlo, intentó tocarlo y calmarlo, diciéndole.

“soy tu madre corazón, y una madre sabe dónde está su hijo siempre.”

Al terminar de hablar, María, soltó una sonrisa tan llena de terror, la cual provocó pavor en el ser de Iesus, el cual retirándose rápidamente gritando dijo.

“aléjate de mi mujer de los avernos, tú no eres la virgen concebida que yo llamo madre, eres tan solo la belleza del odio y el infierno, aléjate.”

La imagen de aquella mujer, la cual forma de María tenía, con lágrimas en los ojos le contestó:

“Iesus, dolor en mi corazón me causan tus palabras, que te han hecho para que me niegues y me ofendas de esa forma tan cruel.”

Y Cristo volvió a decir.

“nada me han hecho, y negarte siempre haré, así como correrte de mi presencia, ya que tu negaste a mi Padre y negaste su amor hacia ti.”

“belleza horrenda, aléjate.”

“hermanos, retiren a este demonio de mi presencia.”

“alejen de mi a esta madre del pecado y odio.”

Al decir esto, la presencia de mi hermano Miguel en luz se hizo presente, y alejó a aquel demonio de la presencia del Hijo de Dios.

Los cuatro días siguientes, así como aquella noche, Iesus no pudo cerrar los ojos, ya que en su mente y su interior, buscaba una explicación sobre lo sucedido, y sorprendido encontraba por ser testigo del ángel caído en forma de la madre divina terrenal.

Las burlas y las ofensas que sonaban con su nombre se hicieron cada vez mas frecuentes, en si eran a todas horas.

La tarde del día 26, Cristo recostado y hablando consigo mismo en un árbol estaba, cuando entre las ramas de aquel árbol seco y húmedo al mismo tiempo, descendía una serpiente de color negro la cual brillaba con el sol y deteniéndose frente a Iesus aquella serpiente habló.

“hola hijo abandonado, acaso no tienes hambre, si gustas me puedes comer.”

Iesus de nueva cuenta con temor en lo que se presentaba ante Él, contestó.

“Tú no eres alimento digno para el Hijo de Dios.”

Y la serpiente con cólera gritó.

“calla, loco arrepentido, agradecido deberías de estar, por ofrecer mi cuerpo para saciar tu hambre, ignorante de dos patas.”

Cristo con enojo levantó frente a aquella serpiente, y tomándola con fuerza entre sus manos, la arrojó fuera de su alcance diciéndole.

“vergüenza y miedo debería de darte a ti, ángel arrastrado, ya que mientes humillándote ante el Hijo de tu Creador.”

La serpiente en posición agresiva contestó con voz amenazante.

“blasfemo, solo Hijo de Dios, tú solo te crees, y por eso te haré pagar toda la eternidad por tu atrevimiento.”

Y Cristo de igual forma volvió a gritar.

“eternidad que pertenece a mi Padre, y si así Él lo desea, tú jamás testigo serás.”

“hermanos, retiren esta víbora de mi presencia, víbora que ha querido alimentar mi duda con su carne falsa.”

Y de nueva cuenta, mi hermano Miguel, ahora en forma de un águila blanca, voló y se acercó a aquél lugar, y tomando a aquella víbora con sus garras, la alejó de aquel monte, víbora retirada, la cual intentando picar se iba furiosa.

Después de ese incidente, las ofensas crecieron al punto de blasfemar en contra de Dios Padre.

Cristo pasó 4 días, meditando lo sucedido, así como intentando matar su hambre con amor en su esencia.

Preguntaba sin respuesta a Dios, por qué el ángel caído le hablaba, y no Él.

Llego a dudar de su cometido debido al hambre, sed, y sobre todo, por las tentaciones de aquel demonio alado.

La mañana del día 30, al abrir los ojos después de descansar su mente, alma y cuerpo durante la noche que terminó, con mirada atónita, observó como un plato de deliciosas frutas, y manjares, así como una jarra de buen vino, frente a Él encontraban.

Al inicio pensó, que un regalo de mi Padre era por su entrega y devoción, pero ese pensamiento desapareció, al ver a una mujer hermosa desnuda, que se encontraba recargada en el árbol donde Él a veces estaba, mujer la cual habló diciendo.

“hola hermoso varón, me tome la libertad de preparar alimento digno de un rey, así como de preparar mi cuerpo para ti, come y sacia tu hambre, y después alimenta con mi cuerpo todos tus instintos de hombre que tengas.”

Cristo levantó, y tomando su prenda roja que cubría del frío, caminó hacia aquella mujer, y dándole su prenda, dijo.

“tapa tu cuerpo, bello demonio, que mis instintos de hombre ya han sido saciados, así como mi hambre ya ha sido satisfecha.”

Cristo dio la vuelta y prosiguió.

“admiro tu perseverancia, pero tristeza me ocasiona ver que juegues con mi hambre del cuerpo, mi hambre de fe, y mi hambre de hombre.”

Y la mujer dijo.

“acaso no eres hombre y rey, un rey debe de tener mujeres bellas y buena comida, yo te doy todo eso y mas.”

Y Cristo habló con palabras tajantes.

“yo puedo ser hombre y mujer como tú, pero tú jamás podrás ser rey de los cielos, y compartir el amor con mi Padre, como yo.”

“no existe otra cosa que me puedas dar, mas que tu amor.”

Y la mujer con ira gritó.

“rey de cobardes, hombre arrepentido, yo soy el único manjar a tu nivel, y mucho mas.”

Y por primera vez, Cristo interrumpía.

“calla, mujer, hombre o quimera del demonio, nivel jamás tendrás ante mi, y bocado de mi cuerpo, jamás tendrás.”

“solo escucharé tu palabra hasta que arrepentido pidas perdón a mi Padre, por ser idéntico a nadie.”

“hermanos, retiren al manjar podrido de mi presencia, que la mujer pecadora, al hombre cree engañar.”

Y así de nueva cuenta, Miguel presente se hizo en forma de unicornio, y con ese cuerno que brotaba de su frente ahuyentó a aquella mujer de la cima del monte.

Y tres legionarios divinos de Miguel, en ardillas devoradoras presentes se hicieron, y comieron aquella comida y vino que estaban cerca del aposento del Hijo de mi Padre.

Los días siguieron como los anteriores, la diferencia era que el frío y la noche, habían provocado con el hambre un debilitamiento de Iesus, y el sol tan ardiente como fuego habían secado el agua de la garrafa, y secado parte del agua de su cuerpo.

El día cuarenta, el último y más difícil de todos, Iesus, débil se encontraba de cuerpo, pero de fe y alma había incrementado.

Había soportado 3 tentaciones, 3 burlas y 3 engaños, sin tomar en cuenta las demás ofensas que se escuchaban todos los días, pero su amor a mi Padre, lo habían hecho soportar como un roble joven.

Recostado en medio del monte, al lado del fuego provocado, con temor y alegría a la vez, débil, con hambre y sed, con la piel dañada por los cambios drásticos de clima, Cristo volteó al lado norte del monte, y se vio venir a él mismo, caminando de túnica negra con prenda color blanco para el frío, su pisada segura y su mirada bondadosa.

Con las pocas fuerzas que aun tenia, logró sentarse a observar como se acercaba él mismo.

Al estar aquel caminante frente al Ángel Supremo, Cristo preguntó.

“quien eres tú, que con mi rostro pisas la tierra de mi Padre que yo pisé.”

Y aquel hombre de túnica negra le contestó.

“yo también soy la imagen y semejanza de mi Padre, ante ti vengo como hermano a compartir mi reino.”

“levántate hermano, y caminemos juntos por nuestro reino, seamos la fuerza de mi Padre, y más.”

Cristo con una sonrisa le contestó.

“la fuerza de mi Padre jamás tendremos, caminar contigo jamás podré, ya que el reino del que tanto hablas, es solo de mi Padre.”

Y el hombre regresando la sonrisa le dijo.

“abre bien los ojos Iesus Nazarenus, este es tu reino, y yo comparto contigo el mío como hermano que soy, míralo bien, ve como no va a servir de nada tu muerte, míralo, y créeme.”

En esos momentos, frente a los ojos del Ángel Supremo, empezó a correr todo el mundo, cada rincón, cada creación, el tiempo cambiaba como respiro, el presente se hacia pasado y el pasado en futuro convertía.

Guerras, pestes, lujurias, pecados y más, fue puesto ante los ojos de Cristo por aquel semejante de túnica negra.

Vio correr los tiempos, recorrió ante su vista, todas las eras hasta el fin del mundo.

Y el hombre aquel comentó.

“te ofrezco mi reino, y sentado a mi derecha estarás sin morir y sin sufrir por nadie, si me aceptas como tu hermano mayor y rey”

“vamos hermano, tómalo y termina tu sufrimiento antes de que lleguen.”

Cristo de la nada recupero su fuerza inicial, y contestó con el mismo timbre de voz que aquel hombre había ocupado.

“mi reino es solo de mi Padre, y mi muerte será de nueva cuenta vida, y a la derecha de tu Creador estaré.”

“agradezco tu preocupación por ofrecerme bienestar, pero mi Padre me otorgó el poder más grande el cual tu no tienes, y ese poder es mi albedrío, y con la fuerza de ese poder he decidido, morir por amor a mi Padre, y recibir el amor de su reino, seré muestra de su amor y esperanza de sus hijos y ovejas.”

“retírate a tu reino de oscuridad y arrepiéntete ante mi Padre, y no ante mi, que tan solo soy su Hijo.”

“tú nombre siempre será el de Lucifer, y el mío, Iesus recordado será”

“angel caído eres, y Ángel Supremo seré.”

“retírate con dignidad”

Al terminar de hablar de aquella manera, Lucifer sonrió, y con su mano derecha tocó el hombro de Cristo, diciendo.

“buen Hijo creó mi Padre, me retiro de ti, no por miedo, sino porque he sentido la bondad y amor de mi Padre en tu esencia.”

“anda rey, cumple con mi Padre.”

En esos momentos 7 luces brillantes descendieron de los cielos, y mi hermano Miguel con voz alegre y fuerte habló.

“Iesus, Hijo Supremo, tu tiempo de prueba ha terminado, anda, descendamos de la cima.”

Lucifer al ver a mis hermanos y Miguel ahí, con una sonrisa en su rostro comentó.

“buen Rey tienen hermanos, buen Rey.”

Y de la nada desapareció ante los ojos de Iesus y mis hermanos.

Cristo miró a Miguel y le dijo.

“hermano, descenderé solo, gracias por la protección que me brindaron, bajaré con el amor y fortaleza de mi Padre, gracias”

Cuarenta días de hambre, sed y soledad, pero cuarenta días de paciencia para poner a prueba el poder mas grande otorgado por mi Padre, el albedrío.

Así que recuerda lo siguiente.

El albedrío es tuyo, de nadie más.

Dichosos los que entiendan.

El ángel caído, reconoció y reconoce al Ángel Supremo, ¿por qué tú no?

Dichosos los que entiendan.

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