Escrito XIV
El sentimiento nato, puro, y sin pretensiones, lleva un solo nombre. Hijo de Dios
El sentimiento nato, puro, y sin pretensiones, lleva un solo nombre. Hijo de Dios.
Durante toda su infancia, el Ángel Supremo, sufrió su transformación de Hijo de Dios, a Hijo de Vida.
En toda su vida, desde su infancia, nuestro hermano mayor, solo se dedicó a aprender, así como a corregir los errores de sus tutores, y de ustedes.
Jamás aludió a su grandeza, tampoco esperaba reverencia, si no al contrario, vino a aprender el sentimiento de cualquier ser, antes de tomar el trono de su reino.
Solo aprendió, entendió, y sobre todo probó, todo lo que cualquier hijo de Dios terrenal, debía de probar.
Entre sus travesías y su juventud, conoció, y caminó por cada rincón de su mundo, por cada rincón el cual su Padre le decía.
Al inicio como cualquier otro, llegó a dudar de sus virtudes, dudó de lo que era capaz, más, sin embargo, entendió lo que tenía, y aprendió a vivir con ello.
Desde niño curó al enfermo, desde niño hizo ver al ciego, desde niño dio amor.
Aunque en algunas ocasiones Él no estuvo presente, con el simple hecho de creer en sus virtudes, los enfermos sanaban. Aunque algunas veces Él no estuvo presente, con el hecho de pisar sus tierras, sanaron, y milagros surgieron.
En su niñez caminó por Egipto, y aunque en aquel entonces la peste cobraba víctimas y enfermaba al sano, Él con su amor y sus pisadas, las retiró de su camino.
Milagro y maravilla, del cual nunca hablan.
Pero sucedió.
Hermanos de 2, de 4 y de 6 alas, caminaron con Él desde sus inicios, hasta sus últimos días antes de resucitar. Antes de empezar la nueva era.
El Ángel Supremo desde entonces hablaba de algunos de nosotros, hablaba de la alegría que sentía de saber, que su Padre lo protegía, pero sobre todo lo guiaba.
En su juventud aprendió a odiar y a perdonar, aprendió a alejarse de sus maestros cuando sentía que ya no podían enseñarle más, y como rebelde e inmaduro, fue señalado.
Mas sin en cambio, su cometido, su camino, su misión, siempre estuvo alumbrada con luz.
Muchos no lo entendieron, mas desde su niñez y juventud convencidos muchos se acercaron y siguieron maravillados con lo que veían.
Nuestro Hermano Supremo, recorrió todos los tiempos, descubrió todos los universos y sobre todo, conoció a todos sus hijos y hermanos.
Más de una vez, tentado fue con placeres, palabras y promesas hechas por aquel ángel caído.
A diferencia de cualquiera que es tentado por demonios, cristo, fue tentado por el ángel de la oscuridad en persona.
Las primeras veces que se le presentó en su infancia, provocó temor en su corazón al ver y ser testigo de algo que nadie jamás ha visto y presenciado, mas diremos, que legiones de mis hermanos siempre estuvimos presentes, y por orden de mi Padre solo debíamos observar y proteger antes de. Nuestras alas sirvieron de escudo, así como nuestras plumas como pequeñas dagas.
Simplemente dimos confianza a algo, que el Ángel Supremo con una sola palabra podía hacer.
Cada tentación o presencia del ángel caído, fue para Cristo motivo de risa, motivo de tristeza hacia la poca dignidad de aquel que alguna vez fue, el favorito de mi Padre.
Cuanto amor le tenía mi Padre al ángel caído, que en vez de eliminarlo y borrar su recuerdo de nuestras memorias, le otorgó un reino, que aunque es oscuro, es un reino.
Dichosos los que entiendan.
Aunque muchos escucharon al Ángel Supremo en su infancia y juventud, así como muchos lo siguieron en sus pisadas, a muy pocos, solo a muy pocos, permitió entender lo que Él sentía.
A muchos de sus amigos y seguidores los alejó antes de retirarse de cada lugar, y a cada uno de aquellos primeros elegidos, entregó palabras y escrituras que enseñar.
Habló y entendió cualquier lengua, vivió y entendió cualquier forma de vida, comió y jugó donde estuvo.
Aprendió a entender lo que tenía.
Mi Padre lo mandó a entender y aprender, así como a enseñar lo único que el puede enseñar.
Fe y esperanza.
En cada acción de su vida, hubo una enseñanza, en cada acción de sus miradas, hubo un nuevo pensar.
El conoció, lo que era el amor carnal, así como conoció, lo que era el verdadero amor sin interés, y espejismos.
Cristo caminó lugares que algunos caminaron, hizo lo que todos han hecho, y aprendió lo que tenia que aprender.
Mató animal para llevar a su boca.
Los animales, sonrientes ofrecían su vida para saciar el hambre de su creador, así como las aguas, se acercaban al presentir su sed.
El sol, escondía o dejaba de dar mucho calor, cuando el sentía bochorno, los vientos cesaban, cuando el sentía frió, la naturaleza y demás se unieron ante Él.
Así que el Ángel Supremo, jamás, solo estuvo.
Lloró por la muerte de su padre José, pero sobre todo, lloró como cualquier hijo que acaba de perder a un ser querido.
También, preocupó por su madre, al pensar en que sería de ella.
Angustia sintió en el dolor de su madre, así como alegría al poder saber que estaba bien, y sobre todo tranquilidad al saber, que mi Padre, envió a mis hermanos a cuidarla y estar siempre con ella.
José, fue llevado por mis hermanos hasta los cielos, y agradecidos estaremos por siempre, por ser el primero en guiar junto con María, a nuestro Ángel Supremo.
Muchos de mis hermanos, fueron mensajeros de Cristo hacia su madre Maria, y así hacerle ver, que su hijo estaba bien, y bendiciones le otorgaba, por ser una madre maravillosa.
Cristo, conoció todo lo que se debe de conocer.
Aprendió a besar, y aprendió a amar a su opuesto, aprendió a ver y entender el amor de seres del mismo sexo, así como a otorgarles su bendición.
Y sus palabras, recordadas serán, por su franqueza y decisión.
“el amor, no tiene sexo y mucho menos preferencias, ya que mientras el amor nazca sinceramente y realmente sea puro, no importa a quien se le otorgue, o se brinde.
Amor es y será por siempre amor, limitado no estás, solo tienes una manifestación mas de mi amor.
Amor es amor.
Amor es mi Padre. Brinda tu amor a Él, y regálalo a quien solo tú quieras.”
Dichosos los que entiendan.
El Ángel Supremo, caminó en su juventud hacia los lugares más oscuros, caminó en los infiernos, gran alboroto ocasionó, así como cólera del ángel caído, al ser testigo de cómo sus siervos se arrodillaban ante Él, y perdón así como clemencia le imploraban.
Y mas coraje sintió el no poder hacer nada, ya que Miguel y sus legiones presentes estaban.
Cristo perdonó a aquellas almas, y a aquellos ángeles, que con amor y remordimiento puro, perdón pidieron.
Cada alma perdonada, un grito se oía, y cada ángel perdonado, los fuegos encendían.
La oscuridad se volvía luz donde pisaba, así como los lamentos, en alegría.
Muchos hermanos y muchas almas, recibieron el perdón, así como escoltadas hasta la entrada del reino de Dios, con una nueva oportunidad.
Los infiernos fueron testigos de la bondad del Ángel Supremo.
Desde aquel momento, hasta minutos antes de su crucifixión, el ángel caído, tentó y ofreció alianza ante el Hijo de Dios.
A lo que Cristo siempre contestaba.
“tus tentaciones, solo serán por siempre mentiras, tus alianzas solo serán ante ti, pero el perdonarte solo es de mi Padre, no de mí, que soy su Hijo”
Respiró todos los vientos, así como bebió todas las aguas, y conoció todos los fuegos.
Pero muy pocos lo entendieron cuando estuvieron ante Él.
Cristo conoció y perdonó a todos aquellos que burlan, ofenden, lucran o gozan del cuerpo de una mujer.
Acercó ante mujeres de barones, y con llanto en los ojos, pidió perdón por las injurias e injusticias de sus hijos.
A muchas ayudó a entender la dignidad de su cuerpo, así como a muchas ayudó en su dolor.
Mujeres de todo tipo, desde la mas pura hasta la mas pecadora, desde la mas rica a la mas pobre, todas quedaban maravilladas y sorprendidas por su belleza en su rostro y por sus palabras.
Muchas intentaron acercarse a el Ángel Supremo con fines carnales, pero muchas mas como amigas, y como aprendices.
Así caminó y caminó desde su infancia y juventud, aprendiendo, viviendo y sintiendo todo sentimiento que todos han sentido.
A ustedes, les enseñó y enseña fe y esperanza, a nosotros, nos enseñó y enseña amor, valentía y devoción.
Dios Padre y Dios Hijo, son únicos, solo únicos.
Mis hermanos y demás legiones de mensajeros, siempre estaremos con ellos, ya que, con ellos, siempre seremos fuertes.
Y tú que esperas para ser fuerte.
Dichosos los que entiendan.
Ahora con esto que acabas de escuchar, entenderás el por qué Cristo, aceptó el agua de bautizo, de un hombre llamado, Juan.
Bautizo, el cual marcó el inicio.
Dichosos los que entiendan.