EL DESEO NO ES MI IMPULSO
“Voy subiendo peldaño a peldaño hacía ti.No es el deseo mi impulso. Es un anhelo sanguíneo…Por eso me cuesta dar el siguiente paso” S. David
Allí estaba ella, bailando para mí y para ellos o para ellos y para mí… principalmente para mí.Al término de su turno con el nombre de “Michel” fue a sentarse tan lejos de mí para acariciarla y tan cerca de mí para contemplarle su dulce rostro aun sudado. Nuestras miradas se cruzaron y no existía motivo alguno para sostener algún diálogo “admirativo”. Así era cada noche, una o dos veces por semana, ya me dolían los ojos al contemplarle, me dolían los pasos dados, los oídos al escuchando “tus” melodías, me dolían los brazos levantando copa tras copa so pretexto para estar allí.Nuevamente las miradas se cruzaban, sonrisa suya de “qué tal” con sonrisa mía de invitación.Se acercó lentamente, ahora si caminaba para danzando para mí, danzaba caminando para mí..-Hola, me invitas una cerveza.-Una cerveza indique al mesero. .- ¿vienes solo?.-si, más vale solo que bien acompañado, para ser acompañado mejor..-Hasta poeta me saliste, vienes seguido, verdad .-para verte.-mentirosoY sus labios dibujaron una sonrisa que taladro mis sentidos..-salud por ti. Tome mi copa y al llevarla a la boca interpuso su mano para quitármela..-qué tomas, sabe muy rica..-es un simple solera preparado por Andrés a mi gusto.La pista se despejo y comenzó la música de la Sonora Dinamita..- ¿Bailamos? .-A quién tengo que pedirle permiso..-No seas payaso..-No, digo a quién tengo que pagarle.-Al final pagasMe dio mucho miedo tomarle de la cintura, llevarla a la pista no me provoco placer, porque no era esa mi intención..-sabes, mejor no. Ante su mirada desconcertada regresamos a la mesa. Solicitamos otra cerveza. Su plática embeleso mi razón, sus gestos humedecían mis ojos, cubiertos apenas por las luces de colores oscuros de aquel lugar. Sus palabras, apenas audibles, me invitaban a que la invitara a bailar para mí, sólo para mí..-Vamos, pero que sea un lugar amplio.-pues qué me vas hacer.-lo que tú me permitas. Mis ojos se cansaban de mirarle .-eso si tienes que pagarlo ahorita..-A quién, mira, allí viene Andrés, a él le pago.Cuando entramos, se sentó en un pequeño sillón, mientras yo trataba de encontrar en las alturas alguna cámara escondida, algún orificio que permitiera ver las acciones de nosotros los comediantes, pero nada, aparentemente.Se levantó, danzaba lentamente desprendiéndose de las diminutas prendas que llevaba. Una faldita de mezclilla tipo vaquera. Una blusa blanca amarrada a la cintura, que transparente dejaba observar sus pechos erguidos..-No te desvistas. Le dije deteniendo sus brazos en su proceder. Le tome de una mano y la atraje hacía mí. Me senté en el pequeño sillón, la recosté sobre mis piernas, su cabeza descansaba entre ellas, una de sus manos rascaba mi pierna, mientras la otra trataba de desabrochar mi camisa para tocar mi cuello. Nuevamente le detuve..-Qué quieres qué haga. Me dijo sorprendida..-Nada, solamente descansa, déjame contemplarte, estaba soñando con ello durante mucho tiempo. Déjame ver tus lindos ojos, tocar tu rostro, me muero por hacerlo, abrazarte, tenerte así, descansando entre mis brazos, no pretendo poseerte, aunque a mis sesenta y dos años aun sienta deseos de amar con locura, hoy no quiero hacerlo. Desde hace tiempo soñé con estar así contigo..-Conmigo o con cualquiera..-No, solamente contigo. Te pareces tanto a ella. Si, a ella. El amor de mi vida. Le ame con locura. Le entregue parte de mí. El llanto ahogo mis palabras, me miro y soltó un sollozo, me acarició el cabello, el rostro, me secó algunas lágrimas que resbalaban por mis mejillas y lloró conmigo. Nos abrazamos sollozando entre gemidos quedos. En ese pequeño sillón nos acurrucamos como fetos. “su” tiempo pasó en silencio, muy lentamente. Salimos del apartado. Pague mi cuenta. Le di un billete a ella y tomé la puerta de salida, volví el rostro…. Y sí, se parece mucho a ella, tal parece que fuesen madre e hija.
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