Nació el 13 de junio de 1869, en Zacualtipan, Hidalgo. Fue hijo del coronel Felipe Ángeles y de doña Juana Ramírez, su padre peleó contra las fuerzas invasoras de Norteamérica en 1847 y en la Intervención Francesa de 1862.

El general Felipe Ángeles Ramírez inició sus estudios primarios en Huejutla, pasó luego a la escuela de Molango y al Instituto literario de Pachuca, a sus 14 años ingresó al Colegio Militar gracias a una beca concedida por Porfirio Díaz, con motivo de los servicios de su padre prestados en las intervenciones extranjeras de 1847 y 1862.

Tímido e inteligente, sobresalió como uno de los oficiales más relevantes, en una generación donde había militares como Victoriano Huerta y Rafael Eguialis, y egresó en 1892 con el grado de teniente de ingenieros, desde muy joven fue profesor  sobresaliente  del Colegio Militar de Aspirantes, de la Escuela Nacional Preparatoria y de la Escuela de Tiro, de la que más tarde fue director, el 25 de noviembre de 1896 se casó con Clara Klaus, después fue enviado a Estados Unidos para realizar estudios de artillería; en Francia, superviso el armamento adquirido por el Gobierno de México y fue ascendido a Mayor.

En cierta entrega de premios del Colegio Militar, Ángeles atacó ante Porfirio Díaz al soldado arbitrario y brutal, elogió al hombre de armas apegado a la legalidad y a las obligaciones institucionales, esta actitud marcó su derrotero político y fue un militar con altas calificaciones teóricas, aunque con vocación de soldado activo, fue criticado por iluso e irrealista, mostró su inconformidad ante la injusticia del ejército con los Yaquis y ante el favoritismo como eje de promoción, le dio lugar a que fuera enviado en comisión militar a Francia.

A principios de 1912, Francisco I Madero lo nombró director del Colegio Militar, y seis meses después fue ascendido a General Brigadier, combatió a Orozco en Sonora y más tarde fue a Morelos a Combatir a Emiliano Zapata, en sustitución del general Juvencio Robles, utilizaba métodos conciliadores para pacificar al Estado, pero sobrevino la “decena trágica”, Madero consciente de su lealtad, fue personalmente a Morelos a pedirle su ayuda, respetuoso de la institucionalidad, no le dio el mando supremo a Ángeles pero si actuó contra Victoriano Huerta en la Ciudadela, quien enfocó sus esfuerzos para obligarlo a retirarse de las primeras filas y mandarlo a aprehender junto con Madero y Pino Suárez, pero Ángeles permaneció leal a Madero, salvado de la muerte únicamente por su arraigo militar dentro del Ejército Federal, se simuló otra comisión a Europa para desterrarlo, el 29 de julio de 1913.

Tiempo después regresó a México en secreto  y se presentó ante Venustiano Carranza, una vez derrotado Huerta, se inició en los trabajos de reorganización con la convención de Aguascalientes, e iniciaron sus sesiones el 10 de octubre de 1914.

En el tiempo que Ángeles se alió con las fuerzas de Carranza, fue nombrado primeramente Secretario de Guerra y ratificado después solo como Subsecretario, debido a la protesta de varios generales rebeldes, entre ellos Álvaro Obregón, por esos motivos se incorporó a las fuerzas de Francisco Villa, en 1914, como comandante de la artillería de la división del norte, participo en las batallas de Torreón en abril de 1914, San Pedro de las Colonias, Paredón y Zacatecas, fue allí entonces cuando Ángeles  empezó a mostrar su talento de estratega militar.

Como hombre de confianza de Francisco Villa, lo representó en la convención, de la que él mismo fue promotor e ideólogo, donde el 31 de octubre de 1914, votó por el retiro de Venustiano Carranza, formó parte de la comisión de guerra de la Convención, con la que logró la participación zapatista, el 2 de diciembre entró a la ciudad de México al frente de la vanguardia villista, ante el fracaso del gobierno dela Convención, se dirigió al noroeste, al frente de las fuerzas convencionistas.

Ocupó por unos días la gubernatura de Coahuila y de Nuevo león, del 15 de enero al 15 de febrero de 1915, Felipe Ángeles abandonó a Francisco Villa después de las derrotas sufridas en el bajío, cuando desoyó sus consejos, aunque también influyó mucho la derrota de Ángeles en el noroeste del país.

Al triunfo de Venustiano Carranza se refugió en Estados Unidos, en el Paso, Texas, con la ayuda de José María Maytorena, fue muy activo en la política entre los exiliados; en Nueva York formó parte del Comité Ejecutivo de la Alianza Liberal mexicana, también se dedicó a escribir diversos artículos en los periódicos, en los cuales expresó sin rodeos su convicción socialista y se declaró partidario del marxismo.

Juzgando al liberalismo como cosa del pasado, también expresó su desacuerdo con la Constitución de 1917 y le opuso la constitución de 1857, producto de la guerra de reforma, la que juzgaba mas adecuada para la situación del país.

Regresó a México en diciembre de 1918, con el propósito de atacar a Venustiano Carranza y lanzó su proclama conocida como el plan de Río Florido.

Fracasó en sus intentos de unificar a los rebeldes y de disciplinar a los villistas, por lo que vencido y aislado, fue denunciado y aprendido, se le formó consejo de guerra, integrado por los generales Gabriel Gavira Castro, Miguel M. Acosta Guajardo, Fernando Peraldi Carranza y José Gonzalo Escobar, fue sentenciado a la pena capital, a pesar del clamor de la concurrencia que en la sesión pidió su perdón, murió fusilado en Chihuahua el 26 de noviembre de 1919.

Como testamento político dijo durante su juicio: mi muerte hará más bien a la causa democrática que todas las gestiones de mi vida, la sangre de los mártires fecundiza las buenas causas.

El 15 de noviembre de 1941, al cumplirse el XXII aniversario de su muerte, fue nombrado en su tierra natal “Hijo del Estado de Hidalgo”.

A 91 años de su muerte, y en el contexto del Centenario del inicio de la Revolución Mexicana, es importante recordarlo, ya que fue el militar mas preparado que participó en la revolución, y sólo quiero rendirle un homenaje al hombre que siempre estuvo dispuesto a luchar por un México mejor, y que aún en el exilio nunca olvidó su patria, aún en contra de su propia vida, y por toda su trayectoria creo que este revolucionario y mártir merece ser reconocido por su labor y la patria merecidamente le ha consagrado un sitio en su altar.

Honor a quien honor merece.

EL BARDO.

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