TRASCENDIÓ A LA ETERNIDAD JESÚS RODRÍGUEZ DE HIJAR
Por: Mino D’Blanc
La mañana de este viernes 24 de julio trascendió a la eternidad del arte y la cultura, el arreglista, compositor e instrumentista Jesús Rodríguez de Hijar, uno de los exponentes más importantes de la música vernácula y creador y director del Mariachi América, la segunda agrupación más antigua de México.
Nació el 10 de julio de 1929 en Tequila, Jalisco. Su padre fue director y violinista de la banda del estado de Nayarit, que tenía su sede en la ciudad de Tepic.
Cabe mencionar que Don Chuy, como le decían de cariño, no conoció a su padre, pero heredó el talento por la música, que mostró desde niño. Dejó de estudiar cuando cursaba el tercer grado de primaria, ya que solo quería tocar la vihuela y aprender la guitarra. A los 7 años de edad se ganaba la vida interpretando en las cantinas de su pueblo “bonito, pero atrasado”, como describía a su tierra natal.
Uno de sus tíos, quien también fue músico, le prometió regalarle una vihuela y en cuanto se la dio, aprendió a tocarla. La madre de Rodríguez de Hijar trabajaba en una hacienda en la que vivían y el dueño llevaba a figuras como José Marmolejo.
Su gusto por la música del mariachi era tan evidente, que le ofrecieron aprender a tocar violín y no lo pensó dos veces.
Al cumplir los 9 años de edad se mudó a la ciudad de México con su tío. Ahí sufrió el primer descalabro de su carrera. Estaba de moda el paso doble y no pudo ejecutarlo cuando se lo pidieron. El maestro le dijo que no había nacido para ser músico y que mejor se regresara a su pueblo. Sintió pena y coraje a la vez, pero eso no fue motivo para que dejara de prepararse. Regresó a Jalisco en donde estudió solfeo y trompeta. Su profesor era su vecino; cuando supo que no tenía la trompeta, se la pidió al presidente municipal. Jesús Rodríguez de Hijar hizo su lucha, pero a los tres meses de no tener resultados, vio que no era para él dicho instrumento, sino las cuerdas.
Su mala experiencia no lo derribó; las ganas de hacer las cosas le abrieron puertas. Una de sus limitantes era el dinero para viajar de Tequila a Guadalajara, por lo que se iba de “aventón” para poder continuar sus estudios.
Formó parte de mariachis como “Perla de Occidente”. Después cuando vivía en Garibaldi, en la Ciudad de México, fue invitado por el maestro Silvestre Vargas, a pertenecer al “Mariachi Vargas de Tecalitlán”, en donde estuvo 20 años.
Después decidió fundar “El Mariachi de América”, con el que acompañó a cualquier cantidad de artistas en muchos escenarios a nivel mundial, dio conciertos y realizó grabaciones para muchos cantantes.
Fue el arreglista de canciones emblemáticas de la música vernácula como “Se me olvidó otra vez”, “Jamás me cansaré de ti”, “Paloma negra”, “Cielo rojo”, entre muchas más.
Una de las calles de su ciudad natal lleva su nombre como homenaje a su trabajo artístico.
Descanse en paz.