voz de angeles 900x400

Aquella mujer llamada Sara, de tan solo 24 años, caminando lentamente junto a Magdala rumbo a Egipto, decía:

“Sabes Magdala, dichosa eres por haber visto al Maestro antes que otro.”

Magdala con alegría en sus ojos y alegría en su contestación, agregó.

“Si Sara, ver a Iesus afirmó mi amor hacia él, con infinito en medio”

Sara preguntó.

“Y ahora Magdala, que haremos, cual será el camino a seguir.”

Magdala dijo.

“El camino será hablar y enseñar lo que vimos y vivimos de Jesús.”

Sara sonriendo a Magdala siguió el camino.

En el camino donde sus pisadas dejaban huella, un riachuelo corría al calor del sol.

Sara detuvo su caminar y acercó a lavar su cuerpo.

Al terminar, Sara sentada pregunto a los cielos.

“Dios, quien creerá en tus palabras, saliendo de mi boca.”

Sara al terminar de decir esas palabras, hincó a tomar agua, cuando el reflejo de Yeshua, en el agua se forma.

Sara con alegría, dio la vuelta y vio a Yeshua de frente, el cual dijo.

“Yo creeré en ti Sara, cuando hables con otros, como hablaste conmigo”.

Sara, abrazando al Ángel Supremo, dijo.

“Maestro, feliz me haces con volverte a ver”-

Yeshua dijo.

“Siempre me verás, siempre me oirás y siempre a tu lado estaré, como tú lo estuviste conmigo..”

Sara con lágrimas en los ojos de alegría, dijo.

“Maestro, tu sangre salvó al mundo, mi vida que puede hacer”.

Yeshua, sonriéndole y tocándole su cabello, le contestó.

“Tu vida puede hacer más, si tu lo deseas”

Al terminar de decir esto Yeshua, Magdala acercó, diciendo.

“Jesús, que hacemos.”

“Hablen, enseñen y recuérdenme, con alegría.”

Así con estas palabras, sin decir nada mas, frente a esas 2 grandes mujeres, desapareció Yeshua, el cual sonriendo iba.

Y así, después de esa vez, más de una ocasión vieron y hablaron con el Ángel Supremo

Magdala cumplió alegre su persecución, y alegre esperó el fin de sus días, hablando de lo que vio y vivió con Yeshua.

Y Sara, aquella mujer morena de corta edad, a su lado estuvo de igual forma como lo hizo con Yeshua.

Dos mujeres diferentes, pero iguales de amor a Dios.

Unidas por las prendas de Yeshua, las cuales protegían,

Unidas por la fe, unidas por el amor a Yeshua, su amigo, protector y maestro.

Dichosos los que entiendan.

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