Escrito 23
Yeshua dijo.
“Siempre me verás, siempre me oirás y siempre a tu lado estaré, como tú lo estuviste conmigo..”

Aquella mujer llamada Sara, de tan solo 24 años, caminando lentamente junto a Magdala rumbo a Egipto, decía:
“Sabes Magdala, dichosa eres por haber visto al Maestro antes que otro.”
Magdala con alegría en sus ojos y alegría en su contestación, agregó.
“Si Sara, ver a Iesus afirmó mi amor hacia él, con infinito en medio”
Sara preguntó.
“Y ahora Magdala, que haremos, cual será el camino a seguir.”
Magdala dijo.
“El camino será hablar y enseñar lo que vimos y vivimos de Jesús.”
Sara sonriendo a Magdala siguió el camino.
En el camino donde sus pisadas dejaban huella, un riachuelo corría al calor del sol.
Sara detuvo su caminar y acercó a lavar su cuerpo.
Al terminar, Sara sentada pregunto a los cielos.
“Dios, quien creerá en tus palabras, saliendo de mi boca.”
Sara al terminar de decir esas palabras, hincó a tomar agua, cuando el reflejo de Yeshua, en el agua se forma.
Sara con alegría, dio la vuelta y vio a Yeshua de frente, el cual dijo.
“Yo creeré en ti Sara, cuando hables con otros, como hablaste conmigo”.
Sara, abrazando al Ángel Supremo, dijo.
“Maestro, feliz me haces con volverte a ver”-
Yeshua dijo.
“Siempre me verás, siempre me oirás y siempre a tu lado estaré, como tú lo estuviste conmigo..”
Sara con lágrimas en los ojos de alegría, dijo.
“Maestro, tu sangre salvó al mundo, mi vida que puede hacer”.
Yeshua, sonriéndole y tocándole su cabello, le contestó.
“Tu vida puede hacer más, si tu lo deseas”
Al terminar de decir esto Yeshua, Magdala acercó, diciendo.
“Jesús, que hacemos.”
“Hablen, enseñen y recuérdenme, con alegría.”
Así con estas palabras, sin decir nada mas, frente a esas 2 grandes mujeres, desapareció Yeshua, el cual sonriendo iba.
Y así, después de esa vez, más de una ocasión vieron y hablaron con el Ángel Supremo
Magdala cumplió alegre su persecución, y alegre esperó el fin de sus días, hablando de lo que vio y vivió con Yeshua.
Y Sara, aquella mujer morena de corta edad, a su lado estuvo de igual forma como lo hizo con Yeshua.
Dos mujeres diferentes, pero iguales de amor a Dios.
Unidas por las prendas de Yeshua, las cuales protegían,
Unidas por la fe, unidas por el amor a Yeshua, su amigo, protector y maestro.
Dichosos los que entiendan.